Ezekiel La puerta estalla en mil pedazos, mi cuerpo atraviesa la entrada con una fuerza incontenible, y de pronto mis pulmones se llenan aún más del espeso aire cargado con el aroma a cenizas y ozono…Y entonces lo huelo, con más claridad.Mi mirada recorre la cabaña y rápidamente se clava en el pequeño bulto que hay en el suelo, envuelto en mantas.Y ahí lo veo.¡Es mi hijo! ¡Mi sangre!Está dormido, hecho un ovillo, con la respiración acompasada y el rostro sereno, lleno de inocencia, a pesar de la fuerza que he notado que tiene su poder.De pronto, el alivio se estrella contra mi pecho con una fuerza brutal. Todo me indicaba que me necesitaba que estaba en peligro, pero, gracias al la Madre Luna, él está bien.Sin embargo, no me permito soltar el aire. Al menos no todavía. Porque ella está aquí. La bruja de las montañas: Zara Ravenwood, quien se interpone entre mi hijo y yo en el momento en el que intento acercarme a él.Y ese simple gesto es suficiente para que la rabia vuelva a
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