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Todos los capítulos de Antes que el mundo nos olvide : Capítulo 31 - Capítulo 36
36 chapters
31. Un rostro del pasado
El frío de la noche golpea mi rostro cuando salgo del edificio, pero apenas lo siento.Mi mente está en un solo lugar.Lena.Corro. No importa si tropiezo o si el alcohol aún entorpece mis sentidos. Solo sé que tengo que llegar.La voz en el teléfono no dio muchos detalles, solo una dirección y la promesa de que era urgente.Y eso es suficiente para que la desesperación me carcoma por dentro.Lena…¿Qué está pasando?¿Por qué esta persona tiene información sobre ella?Y, lo más importante…¿Por qué su voz me resultó tan familiar?El viaje en taxi es un infierno.Cada semáforo en rojo es una maldición.Cada segundo perdido me envenena el pecho.Cuando finalmente llego, salgo del auto sin esperar el cambio.El lugar es un viejo bar en un callejón estrecho, uno de esos donde la música suena más fuerte de lo que debería y las paredes apestan a tabaco y desesperanza.Mi corazón golpea contra mis costillas mientras busco con la mirada.Hasta que lo veo.El tipo está sentado en una de las me
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32. La Verdad Enterrada
El silencio entre Javier y yo es como un abismo. Nos separa, pero al mismo tiempo nos une en un mismo temor: Lena está en peligro, y yo no sé en quién confiar.—Empieza a hablar —digo, mi voz es apenas un susurro cargado de furia contenida.Javier exhala, su mirada perdida en el vaso de whisky que aún sostiene.—No es fácil de explicar —admite—, pero sé que no tengo mucho tiempo. No lo tenemos.Aprieto la mandíbula.—Entonces ve al grano. ¿Quién la está siguiendo? ¿Qué mierda tiene que ver esto contigo?Javier finalmente me mira a los ojos.—Hay personas que han estado detrás de mí desde hace meses. Pensé que solo era por mí, pero hace unos días me di cuenta de que también están observando a Lena.Mi estómago se revuelve.—¿Quiénes son?—No lo sé con certeza —responde, y por primera vez su voz no suena arrogante ni provocadora. Suena asustada—. Pero sé que esto tiene que ver con algo que pasó hace mucho tiempo. Algo que enterré… o al menos, creí haber enterrado.El calor en mi pecho s
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33. La cacería ha comenzado
El mundo a mi alrededor se siente irreal. Como si en cualquier momento todo fuera a derrumbarse, como si el suelo bajo mis pies se desmoronara y me tragara la desesperación. Lena está desaparecida. Y yo no voy a esperar a que me la devuelvan en pedazos.Javier me observa desde el otro lado de la mesa, su expresión sombría, su mirada tensa.—Si vas a hacer esto, necesitas saber a qué te enfrentas.—Ya me lo dijiste —respondo sin apartar la vista de él—. Gente peligrosa. No se detienen. No hay salida.Javier niega con la cabeza.—No lo entiendes, Elías. No es solo gente peligrosa. Son una maldita red. Un grupo que opera en las sombras. Y si Lena está con ellos, no la recuperarás con solo golpear puertas.La rabia burbujea en mi pecho.—Entonces dime cómo carajo la recupero.Javier toma aire y se inclina hacia adelante.—Hay alguien que puede ayudarnos.—¿Quién?Su expresión se endurece.—Un contacto. Alguien que me ayudó cuando comenzaron a seguirme. Pero no nos hará favores gratis.—No
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34. La Entrega
La dirección en el sobre está escrita con tinta roja. Solo una palabra debajo: Silencio.Ni una explicación. Ni una advertencia. Solo un nombre que parece una amenaza disfrazada de lugar.Conduzco por la ciudad mientras las luces de neón parpadean como si el mundo entero respirara en cámara lenta. Las calles están casi vacías, salvo por los fantasmas que caminan sin rumbo, ajenos a mi urgencia. Cada semáforo en rojo me carcome la paciencia. Lena podría estar gritando su nombre ahora mismo, y yo… yo estoy haciendo entregas para un maldito fantasma de la mafia.El edificio está al borde de la ciudad, justo donde comienza la nada. Un antiguo motel clausurado, donde hasta el olvido parece tener miedo de quedarse. Me bajo del auto, el sobre dentro de mi chaqueta, el corazón golpeando como si intentara huir de mi pecho.Una luz titilante marca la entrada. Nadie a la vista. Solo una cámara oxidada girando lentamente hacia mí.—Elías —dice una voz desde un altavoz oculto—. Piso tres. Habitaci
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35. El otro yo
No puedo dejar de mirar la maldita foto.Mi mano tiembla. No por miedo. Por la certeza nauseabunda de que lo que vi es real.Esa silueta que tiene mi rostro… que está junto a Lena… no soy yo.—¿Qué significa esto? —pregunto, la voz más ronca de lo que esperaba.La figura da media vuelta, camina lentamente hacia la oscuridad, como si supiera que lo seguiría.—Significa que no todo lo que recuerdas es cierto —responde sin mirar atrás—. Y que Lena ya no está donde crees que está.Salimos de la habitación y bajamos por las escaleras. Nadie más en el edificio. Solo ecos. Ecos de cosas que no quiero entender.Cuando llegamos a la planta baja, él se detiene frente a una puerta que no estaba allí antes. Una puerta metálica, negra, con un símbolo extraño grabado: un reloj sin manecillas.—Estás a punto de ver lo que nadie debería ver —dice mientras gira el pomo—. Pero ya tomaste una decisión, Elías. Ya entraste en el juego.La puerta se abre con un gemido grave. Detrás no hay una habitación.H
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36. La voz del laberinto
Mis puños atraviesan el aire. Golpean nada. O algo. No lo sé. Todo se ha vuelto una espiral de oscuridad y jadeos. Siento que caigo sin caer. Que corro sin moverme. Que grito… y nadie me escucha. Hasta que algo cambia. Un zumbido sutil. Como electricidad atravesando los huesos. Y entonces, la luz vuelve. Estoy solo. El túnel ya no es un túnel. Ahora es un pasillo interminable, con paredes de espejos agrietados. Y en cada reflejo, una versión rota de mí. Más joven. Más vieja. Más destruida. Camino. No porque quiera. Porque algo allá adelante me llama. Es como un hilo invisible tirando de mis costillas. Como si Lena estuviera al final de este laberinto de locura, susurrando mi nombre sin voz. Una puerta aparece a mi derecha. Roja. Con marcas de uñas en la madera. La abro. Y el mundo cambia otra vez. Estoy en una habitación que conozco demasiado bien. El cuarto de Lena. Su perfume flota en el aire, suave y doloroso. Todo está como lo dejó. Su taza de café a medio tomar. Su li
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