Y antes de que ella pudiera decir algo más, sus labios la capturaron en un beso apremiante. No era un beso suave ni delicado. Era un beso cargado de urgencia, de necesidad, de emociones reprimidas que explotaban en ese instante. Era como si su vida dependiera de ello, como si necesitara fundirse con ella para poder respirar. Sus manos la aferraban con fuerza, como si temiera que si la soltaba, desaparecería.—Me has hechizado, Elena. No puedo sacarte de mi mente. –Le dijo Alejandro con su voz cargada de pasión, sus ojos estaban cargados de un fuego abrazador…Elena al principio se quedó inmóvil, no respondió con la misma intensidad, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo. Pero poco a poco, como si una llama ardiente la devorara desde adentro, la pasión la invadió y se dejó llevar. Sus dedos se enredaron suavemente en el cabello de Alejandro, profundizando el beso, dejándose consumir por esas sensaciones, que habían estado contenidas demasiado tiempo. Sus cuerpos se acercaron aú
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