Todos los capítulos de El despertar del lobo. Crónicas del diamante: Capítulo 41 - Capítulo 44
44 chapters
Capitulo cuarenta y uno.
Elowen, con una mirada cargada de calidez, observó a Ylva y Ethan mientras se preparaban para partir.—Me hubiera gustado compartir más tiempo con ustedes —dijo, su voz suave pero sincera.Ylva sonrió con amabilidad y asintió.—Esto no es un adiós, es un hasta luego, porque volveremos. Ha sido un verdadero placer conocerlas a ti y a tus hermanas —respondió.Luego Elowen, les indicó que la siguieran. Los condujo hacia dos árboles imponentes, cuya corteza estaba adornada con un misterioso círculo dorado que brillaba tenuemente, como si fuera un portal escondido. El aire alrededor de ellos se sentía más denso, lleno de una energía mágica que hacía que todo pareciera más vivo.Ylva, aún asombrada por todo lo que estaba descubriendo, no pudo evitar mirar a Ethan con cierta confusión.—¿Y por qué no ir directamente a Lycandar? —preguntó, ladeando la cabeza—. ¿O es que quieres mostrarme a propósito cada criatura mítica que existe?Ethan soltó una pequeña risa, entre divertido y resignado.—N
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Capitulo cuarenta y dos.
Ylva seguía absorta, sintiendo una conexión que parecía unirla a esa tierra, cuando una voz clara y melodiosa rompió su concentración.—Bienvenidos a Arvandor. La reina los espera —dijo una Elfa que apareció frente a ellos.Su cabello negro, largo y liso, caía como un manto hasta su cintura, enmarcando un rostro sereno y elegante. Sus ojos eran de un tono verde, que parecían captar cada detalle. Vestía una túnica sencilla pero hermosa, que brillaba ligeramente al moverse.La Elfa los guio hacia el palacio, y al entrar, Ylva quedó aún más maravillada. El interior era un espectáculo inimaginable. Las paredes del gran salón estaban formadas por árboles antiguos, cuyos troncos curvados y entrelazados creaban arcos naturales que se alzaban hasta lo alto.El trono de los Reyes Elfos se encontraba al final del salón, elevado sobre una plataforma hecha de cristal puro que parecía fluir como agua congelada en el tiempo. El trono mismo era impresionante. Ylva no pudo evitar detenerse para abso
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Capitulo cuarenta y tres.
Una vez dentro de la habitación, Ylva se sentó en el borde de la cama y miró a Ethan con seriedad.—Ethan, ¿qué quiso decir ese Elfo? ¿Está alucinando o qué? ¿En qué parte de su linaje soy prima? —dijo Ylva, con un tono serio en su voz.Pero antes de que pudiera continuar, Ethan tenía otros planes, así que se acercó a ella con una mirada cargada de deseo y empezó a besarla con una pasión desmedida. Sus labios se encontraron en un beso ardiente que hizo que el corazón de Ylva latiera con fuerza e incluso olvidara lo que estaba diciendo. A pesar de no entender del todo lo que pasaba con Ylva sobre su verdadero origen, él quería que ella no se sintiera abrumada con tantas cosas. Las manos de Ethan empezaron a recorrer el cuerpo de su amada con urgencia, provocando en ella una sensación de deseo y anhelo. Sus cuerpos se fundieron en un abrazo apasionado, mientras se dejaban llevar por la intensidad del momento.—Mejor descansemos —susurró él—. No pienses en nada, solo en mí. Ella solo a
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Capitulo cuarenta y cuatro.
El cielo, ahora oscuro, proyectaba un azul profundo que se colaba por los ventanales del palacio, decorado con las luces titilantes de las estrellas y los brillos mágicos que iluminaban Arvandor. Mientras caminaban hacia el comedor, ya que le habían anunciado que la cena estaba lista. Ylva levantó la mirada hacia el cielo nocturno y, con curiosidad, preguntó:—¿Qué hora es? Cuando llegamos era temprano, ¿tan rápido oscureció? Ethan, con una sonrisa, miró a su alrededor como si estuviera calculando.—Debe ser alrededor de las nueve de la noche —respondió con tranquilidad.Ylva se detuvo un segundo, sus ojos abriéndose ligeramente en sorpresa, mientras un rubor subía lentamente por sus mejillas. Al recordar los momentos que habían compartido, una sensación cálida y avergonzada se apoderó de ella.—¿Las nueve? —murmuró, llevándose una mano a la frente como si estuviera intentando procesar el tiempo perdido—. Entonces… ¿Dormimos bastantes horas? —añadió, con un tono que intentaba sonar c
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