El tiempo pasó rápidamente, y Vanessa se encontraba en los últimos meses de su embarazo. Su vientre redondeado era el testimonio del amor entre ella y Alexandro, quien estaba completamente cautivado, pero también al borde de la locura con sus cambios de humor y antojos impredecibles.—Montenegro, necesito helado de pistacho con papas fritas —exigió ella, mientras se acomodaba en el sofá con Nico echado a su lado.Alexandro, que acababa de llegar del trabajo, la miró con una mezcla de ternura y resignación.—Nena, es la tercera vez en la semana que me mandas a buscar esa combinación…—¡Pero lo quiero ahora! —Vanessa hizo un puchero, cruzándose de brazos.Él suspiró, pero no pudo evitar sonreír. La amaba, con todo y sus locuras hormonales. Se inclinó, besando su frente antes de salir de nuevo en busca de su antojo.Mientras tanto, en la empresa, todo marchaba a la perfección. La nueva línea de ropa para maternidad había sido un éxito rotundo. Vanessa, Mariana y Sofía se encargaron de di
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