Mateo caminaba de un lado a otro, los nervios y la inquietud no le permitían enfocarse y actuar frente a lo que estaba sucediendo. Sin embargo, a diferencia de él, su madre se mostraba más serena ya que estas eran circunstancias por las que ya había atravesado anteriormente. - Basta. A este paso terminarás haciendo un hoyo en el piso. - Su madre lo sostiene de los hombros y lo obliga a sentarse. - Si hubiera sucedido algo grave ya nos lo hubieran dicho. - Pero entonces porque no llaman. Necesito saber como está mi padre. - No te preocupes, debemos tener paciencia. Mateo no estaba muy seguro, pero antes de pronunciar más palabras, una de las empleadas ingresó a la sala con un poco de agitación ya que había llegado corriendo. - Señora… El señor ha llegado. Ambos avanzan rápidamente hasta la entrada de la mansión, donde observan a Leandro, quien ha vuelto sano y salvo. Al observar a su esposa e hijo, les brinda una media sonrisa, ya que, a pesar de que salió ileso de las balas,
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