Caterine sonrió apenas Rosa abrió la puerta y se acercó a abrazarla, mientras la saludaba con entusiasmo.—Rosa, te presento a nuestro equipo de mudanza —dijo, dando un paso hacia atrás—. Estos son Angelo y Gino —continuó, mientras señala a sus primos—. A Ugo y al señor Fioravanti, por supuesto, ya los conoces.Los ojos de Rosa se abrieron con sorpresa al posarse en el último mencionado. Era evidente que apenas se había dado cuenta de su presencia. Caterine podía imaginar las preguntas que pasaban por su mente. Ella misma no terminaba de entender por qué Corleone había decidido ayudarlas.Cuando Ugo le preguntó si podía venir con él, había considerado decirle que no, pero eso habría implicado dar explicaciones que no quería dar.—Evidentemente, ellos son el músculo, y nosotras el cerebro —bromeó, tratando de aligerar el ambiente. —Si tú eres el cerebro, entonces estamos perdidos —comentó Angelo con una sonrisa burlona.—Muy gracioso —replicó ella, sin dejar de sonreír—. Bueno, si qu
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