S A R A H H A L E ✨ El timbre de la puerta sonaba insistentemente, resonando en cada rincón de la casa como una advertencia de que algo estaba por venir. Nadie abría. Bajé las escaleras rápidamente y, al abrir la puerta, me encontré con un rostro familiar. Sebastián estaba de pie bajo la tenue luz del porche. Su cabello rubio estaba despeinado, y su expresión seria, casi calculadora, me hizo sentir una punzada de incomodidad. —Sebastián… qué sorpresa. Pasa —dije, obligándome a sonreír. Él asintió, pero no se movió de inmediato. —Theodore me pidió que le trajera unos documentos —respondió, levantando la carpeta que llevaba en la mano. —Claro, debe estar en el jardín —murmuré, haciéndole un gesto para que entrara. Sebastián no pareció convencido. Su mirada se deslizó sobre mi rostro, buscando algo que no supe descifrar. —¿Estás bien? Theo me dijo que no fue a trabajar porque estabas enferma. —Es solo un resfriado —mentí, restándole importancia mientras caminábamos al jardín. C
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