El sol se filtraba perezoso por los ventanales del invernadero, tiñendo de oro las hojas verdes y el cristal empañado. Lilia había estado acompañando a Anya durante esos días y caminaba descalza, con una taza de té entre las manos, en busca de un momento de calma antes de que comenzara otro día. El embarazo la tenía más sensible, más alerta… y últimamente, más sola. Nikolai ya había regresado de altamar, pero se había vuelto una sombra intensa, protectora hasta la asfixia. Mucho más que antes.Pasó por el pasillo junto al ala oeste, donde los pisos resonaban a pesar de sus pasos suaves. Iba a doblar hacia la escalera cuando escuchó una voz baja, una risa apagada.Se detuvo.Entreabrió la puerta que daba al vestíbulo trasero, ese que casi nadie usaba salvo para escabullirse a escondidas.Allí, de espaldas a ella, estaba Leonard.Y Anya.Demasiado cerca. Sus rostros casi se tocaban. Él le hablaba en voz baja, con una suavidad que no usaba con nadie más. Le acariciaba un mechón suelto de
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