Andrés no dijo nada más, pero al pasar por una pastelería, de repente detuvo el auto.Sonia adivinó lo que iba a hacer y al principio no lo impidió, pero cuando él estaba a punto de ofrecerle el pastel, dijo: —No quiero.—Come un poco —insistió Andrés—. ¿No te parece que se ve delicioso?Sonia miró el pastel de diseño elaborado y elegante, y de repente sonrió: —Bien, si tú comes, yo como.Andrés entrecerró los ojos.Sonia lo miraba con una sonrisa.Quizás en otras cosas su conocimiento sobre él fuera impreciso, pero en cuanto a sus gustos, no había error posible.Sabía que lo que Andrés más detestaba eran los dulces; en su día a día, incluso rara vez aceptaba leche pura.Así que al decir eso, sabía perfectamente que él jamás comería, y estaba a punto de devolverle el pastel cuando Andrés dijo de repente: —Bien, si tú me lo das, yo como.Su respuesta dejó a Sonia momentáneamente desconcertada.Aprovechando ese instante, Andrés puso el pastel en sus manos y arrancó el coche, justificándo
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