Parece que ya me voy acostumbrando poco a poco a esta nueva vida, y la verdad, no está para nada mal.Al día siguiente, como siempre, me levanté temprano para ir al trabajo. El día estuvo lleno de cosas por hacer, y ya en la noche tomé el bus de vuelta a casa.Tener la mente ocupada me ayudaba a tranquilizarme, y pensar en esas historias de amor ya no me dolía tanto.Esa tarde, cuando volví, compré una bolsita de fideos y un par de huevos en una tienda del barrio.Cocinar no es tan fácil, así que empecé por algo sencillo: hervir fideos.Pero, apenas llegué, volví a ver a ese hombre.Sonrió y me dijo:—Ey, extraña, mi mamá preparó mucha comida hoy, ven a comer a casa.—No, no, qué pena... —le respondí rápido.Entonces recordé el plato de paella que me había traído ayer. Corrí a abrir la puerta, fui directa a la cocina y lo saqué para devolvérselo.—Gracias, lo que hizo tu mamá estaba buenísimo, ya me lo comí.Pero él no tomó el bol, se quedó mirando el mueble para los zapatos que estaba
Leer más