CAPÍTULO 77: NO PUEDES HUIR DE MÍKatherine solo desea tomar un avión esa misma noche y largarse a Boston. Dejar atrás Roma, con sus calles empedradas, sus recuerdos amargos, y a él. Pero no puede hacerlo, al menos no todavía. Necesita volver al departamento, recoger sus cosas, su pasaporte, y, si tiene suerte, lo que queda de su dignidad.El autobús de regreso a la ciudad parece una condena. Cada parada, cada rostro extraño que sube y baja, solo alarga el tormento de volver a enfrentarse a su realidad. Finalmente, llega cuando el cielo se tiñe de naranjas y púrpuras, como si el día agonizara junto con su paciencia.Katherine no quiere hablar con nadie. No quiere preguntas, ni compasión, ni que alguien note el temblor en sus manos o la sombra en su mirada. Pero sabe que disimular será imposible. El peso en su pecho y el nudo en su garganta son como cicatrices recién abiertas, demasiado visibles para esconderlas.Por suerte, Lucy está distraída, perdida en el mundo de dibujos animados
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