22. Nunca podría
Ella se bajó del auto apresurada, cruzó la puerta de entrada e ignorando los gritos de Ronal tomó las escaleras hacia el cuarto en el que había despertado el primer día. Todos los guardias la vieron caminar hacia ahí pero ninguno se atrevió a detenerla, pues estaba prohibido tocarla. En su interior estaba furiosa, todo le parecía un deja vu, había pasado por tanto que volver al inicio dolía, aunque no más que haber tenido que dejar ir varias cosas. Las lágrimas no se mostraban, pero gritaba por dentro, cada paso era un grito más fuerte, su yo del pasado gritando de dolor con cada golpe recibido. Volvía a oír voces y eran tan dolorosas que necesitaba callarlas.— ¡Regina detente...!— gritaba desde la planta baja sin ser escuchado, ya que ella continúo hasta dar con esa enorme puerta de aspecto metálico. No estaba cerrada con llave, claro que no la iba a cerrar, abrió e ingresó a ese lúgubre lugar.«¡No...!» ese grito la hizo sujetar sus oídos mientras miraba a todos lados como si e
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