En la mañana siguiente, Arzhel se encontraba al volante, mientras mi gran y curiosa mente imaginaba todos los escenarios posibles de cómo terminó la noche para ese par de víboras. Una pequeña risa se escapó de mis labios mientras los imaginaba corriendo al baño a cada segundo, o lo mucho que podrían quejarse, pues, ambos, no tenían una buena resistencia al dolor, una gripe, parecía torturarlos.A medida que pasaban los segundos, ya no podía disimular más, llamando la atención de Arzhel, quien, me miraba con el ceño fruncido. Quizá estaba actuando como una completa loca en ese momento, o lo había tomado por sorpresa.—¿Qué es tan gracioso, princesa? —susurró dándome un vistazo rápido.Mis ojos se centraron en su rostro, peor antes de que pudiera decir algo, estallé en una risa incontrolable. No sabía exactamente qué me estaba pasando, pero la verdad era que, obtener diversión a costa de ese par, era demasiado bueno como para negarse.—No, nada —intenté mantener mi semblante serio; sin
Leer más