—Ander, ¿no te he dicho que no te acerques a esos hombres? —Marina lo reprendió mientras lo guiaba de vuelta a la mesa. Ander bajó la cabeza y la miró con curiosidad. —Tía Marina, solo me dijiste que no los llevara a la esquina a buscarte. No me dijiste que no podía verlos. Marina no pudo contradecir su razonamiento y, molesta, respondió: —Bueno, ahora te lo estoy diciendo. A partir de ahora, no te acerques a esos dos. ¿Entendido? Si los ves, aléjate. Ander asintió, pensando que Marina temía que su mamá consiguiera pareja mientras ella seguía soltera. Apretó la mano de Marina y, de repente, le habló con seriedad: —Tía Marina, no te preocupes. Yo te ayudaré a encontrar un novio. Y si no lo encuentras, siempre estaré contigo para cuidarte cuando seas mayor.Marina: —... En ese momento, sintió un fuerte impulso de darle una palmada a Ander. Cuando regresaron a la mesa, todos comenzaron a comer. Durante la cena, Marina estuvo incomoda, mientras que Ander, sentado a su l
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