Cap. 62: Solo existe una señora Bellucci, y esa soy yo.
Beatrice, sorprendida, dio un paso atrás, su rostro enrojecido.—Lo de siempre que este niño torpe rompió un vaso —contestó y miró a Elise con indiferencia—. Dante solo necesita aprender a comportarse, es tan… como lo era su madre."¿Cómo se atreve?", pensó, mientras sus manos se cerraban en puños a los costados. Las palabras de Beatrice resonaban como un eco venenoso en su mente, removiendo heridas que todavía no habían sanado del todo.No obstante, mantuvo la compostura. Su rostro, perfectamente neutral, no reveló el torbellino que se agitaba en su interior. Dio un paso hacia Dante, colocándose ligeramente frente a él, como un escudo protector.—Lo que Dante necesita es una figura maternal que lo entienda, no que lo regañe como si fuera un sirviente —replicó Vittoria, cruzando los brazos.Mientras las dos mujeres intercambiaban miradas cargadas de tensión, Renata aprovechó para acercarse a Dante. Se arrodilló frente a él, ignorando las miradas a su alrededor, y tomó sus pequeñas man
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