Di dos pasos atrás para examinar bien a Daniel. Él se dejó observar con naturalidad: —¿Qué tal?Su rostro, ya de por sí severo, junto con el traje negro que acentuaba su aire distante y la corbata azul marino que le añadía un toque de misterio y melancolía, creaban un conjunto impecable. Levanté el pulgar en señal de aprobación: —Te queda muy bien.Daniel, evidentemente satisfecho, comentó: —Perfecto, tengo una reunión de negocios, y ya que dices que me queda bien, ¿me la dejo puesta?—Claro —asentí.Ya casi en la puerta, Daniel se detuvo y volteó: —En un rato vendrá mi secretaria a explicarte quién será el responsable de tus obras en adelante.Me sorprendió la eficiencia de la empresa, apenas ayer me habían dicho que estaban por terminar la contratación del personal y hoy ya tendrían a alguien asignado para trabajar conmigo directamente. De todos modos, asentí: —Bien.Cuando Daniel se fue, volví a mi lugar para concentrarme en mis bocetos....En la sala de reuniones, Daniel observaba
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