La vida también trajo pruebas más difíciles. Cuando Gael tenía ocho años, una fiebre alta lo debilitó durante varios días. Los médicos inicialmente creyeron que era algo pasajero, pero cuando los síntomas no mejoraron, recomendaron hacerle estudios más profundos. Gala y Ramsés vivieron semanas de incertidumbre, turnándose para pasar noches en vela junto a su hijo.— Va a estar bien — repetía Ramsés, aunque en el fondo también estaba aterrado. Gala intentaba mantenerse fuerte, pero hubo momentos en los que se desmoronó en brazos de su esposo, dejando salir todo el miedo que la consumía.Finalmente, los resultados llegaron, confirmando que se trataba de una infección que, aunque grave, podía tratarse con el cuidado adecuado. Fue un alivio inmenso, pero también un recordatorio de lo frágil que era la vida y de cómo cada día, juntos, era un regalo.Otro desafío llegó un par de años después, cuando Sofía, quien siempre había sido un espíritu libre y valiente, sufrió una caída mientras juga
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