Capítulo 95. Una visita inesperada.
Lisandro no bajó el arma, su mirada fría y determinada.—No me subestimes, madre. Ya no soy el niño que podías manipular a tu antojo y tampoco el hijo que te admiraba, porque ahora sé la clase de persona que eres, así que baja el arma. ¡Ahora!Carolina, parada junto a Lisandro, observaba la escena con horror. Sus ojos iban de Genoveva a Leandro, quien yacía herido en el suelo, la sangre empapando su camisa.—Por favor, —suplicó Carolina—, ya basta de violencia. Piensa en los niños, Genoveva. ¿Es esto lo que quieres que vean?Genoveva soltó una risa amarga.—¿Los niños? Todo lo que he hecho ha sido por ellos. Por su futuro, por su legado.—No, —interrumpió Leandro, su voz débil pero firme—. Lo has hecho por ti misma, por tu ambición desmedida.Genoveva giró bruscamente hacia él, sus ojos llenos de furia.—¡Cállate! Tú no tienes derecho a hablar. Me engañaste todos estos años, haciéndome creer que eras un hombre intachable, y no eres más que un maldito jefe de mafia.Lisandro sintió que
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