Fue otra noche insomne, buscando en vano información confiable sobre hechizos y esas cosas. Me di por vencida una hora antes del amanecer y le dejé una nota a Susan en el refri, para que no subiera al segundo piso hasta que yo bajara. Huelga decir que lo primero que hizo esa mañana fue subir a limpiar el dormitorio principal, contiguo al mío. Y como quería aspirar las alfombras, llamó a Mike para que la ayudara a correr todos los muebles.Así que apenas había dormido dos horas cuando me despertaron unos ruidos como si una cuadrilla de demoliciones estuviera trabajando al lado de mi cama. Agotada, todavía sacudida por lo que pasara en el sótano, la voz de Susan bastó para hacerme saltar de la cama, poseída por una furia homicida que hasta entonces ignorara que era capaz de sentir.Fui al dormitorio principal como estaba, en pijamas, descalza, el pelo revuelto, y desenchufé la aspiradora de un tirón. Susan se volvió hacia mí sorprendida.—¿No viste la not
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