El lugar donde se realizaría la boda quedaba en Topanga Canyon, en Santa Mónica, a una hora de Los Feliz cuando se alineaban las estrellas. Así que salimos a las ocho treinta de la mañana, rezando para que los dioses del tránsito nos permitieran llegar antes de las once. Tuvimos suerte y llegamos a las diez.El lugar era increíble. Alcancé a ver la plataforma de madera elevada en forma de anfiteatro, rodeada de árboles, donde tendría lugar la ceremonia. Y hasta tuve un vistazo del prado donde se haría la fiesta, sombreado por larguísimas tiras de tela blanca.Pero una chica, con una credencial al pecho que decía Fay, apareció corriendo, le dirigió una sonrisa fugaz a Brandon, y me secuestró. Jamás llegué a ver dónde se cambiarían los hombres, porque Fay me llevó al edificio principal. En el segundo piso, el amplio salón de fiestas había sido convertido en un vestuario, con todos los percheros de los vestidos, cambiadores y largas mesas con espejos y luces, par
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