46. Por favor
Los días ahí se hicieron algo largos, pero eran hermosos. Él había conocido esa parte que ella reprimía cuando estaban juntos, esa parte llena de ilusión, de amor, de alegría, llena de vida... La cercanía con esas niñas la hacían bien pero pensar en que pronto le darían el alta le robaba la alegría, sabía que no podría llevarse a las niñas con ella, que él nunca lo permitiría, de hecho daba por seguro que en cuanto llegaran a casa la haría pagar su imprudencia de aquella noche, como antes la había avisado. Llegó, tras una semana de cuidados y vigilancia, llegó el día en el que debía volver a la casa en la que se estaban quedando. Las marcas en su cuello todavía eran muy notorias, las cicatrices de su rostro se irían con el tiempo, al igual que las de sus brazos, aunque las de su espalda, provocadas por las palizas de Héctor, eran otro cuento. Aquella mañana el Sol cubrió el hermoso cielo, era un día precioso. Abrió sus ojos con un pesimismo existencial, lo había razonado por var
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