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Todos los capítulos de Soy la mujer amada del presidente: Capítulo 111 - Capítulo 120
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Capítulo111 Que hombr
—No lo malinterpretes, es que...— Adriana suspiró. Esto, en realidad, era muy largo de explicar, pero tenía que decirlo:—O sea, sí, somos esposos. Solo que le digo tío cuando hay extraños alrededor — dijo, con una sonrisa incómoda y forzada.—¡A mí me va y me viene si son o no no esposos! — El viejo, impaciente, se dio la vuelta y, después de presionar un botón al azar, la trampa para animales en la pierna de José se abrió automáticamente.Adriana vio los agujeros sangrientos en su pierna y lo escuchó quejarse del dolor, tratando de soportarlo. Solo con eso, se imaginó el dolor que él debía estar sintiendo. Con afán, preguntó:—¿No hay un hospital por aquí cerca?—Tú misma lo dijiste, no hay ni una sola persona aquí, ¿dónde vas a encontrar un hospital?El viejo respondió con sarcasmo.—Es solo un rasguño, no es nada serio— José la tranquilizó, mientras se quedaba sentado. Estaba inmóvil, mirando fijamente los ojos preocupados de Adriana observando su herida.¿En serio le preocupaba ta
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Capítulo112 Ya al rato nos veremos
José cerró los ojos y suspiró, tratando calmarse.Con el pie que no estaba herido, levantó suavemente la manta del suelo y la puso sobre Adriana. Luego, apoyó la cara sobre sus manos y se quedó viéndola dormir durante un buen tiempo. Ella estaba en un sueño profundo.No sabía cuánto tiempo había pasado, pero finalmente la mujer en el suelo se movió un poco, estiró las piernas y abrió los ojos.—¿Ya te despertaste? — preguntó ella.José rápidamente apartó su mirada y extendió las manos:—Me acabo de despertar.—Ah.Adriana se revisó rápidamente de arriba a abajo, y respiró aliviada.A lo que se levantó del suelo y preguntó:—¿Cómo va tu herida? ¿Puedes caminar hoy?—Claro que sí. José aclaró la garganta, quitándose la irritación de la garganta:—Puedo caminar en cualquier momento, depende de ti.—Yo también estoy bien.Adriana dijo:—Entonces voy a salir a decirle al viejo que nos vamos.Adriana apenas acababa de salir del cuarto, cuando José ya había salido cojeando por su propia cue
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Capítulo113 ¡Estás embarazada!
—¿Abuela? — Adriana, sorprendida, volteó a ver a José.José le explicó que la señora Torres había regresado al país ayer. Al enterarse de que Adriana estaba filmando un video promocional en la ciudad para la gala de las damas de la alta sociedad, decidió venir directamente a Marépolis.No pensó que al llegar no encontraría a Adriana, lo que la dejó un poco decepcionada.José le dio una orden estricta a todos; que no revelaran la desaparición de Adriana. Lo único que podían decir era que, ese día, el equipo de grabación estaba descansando, y Adriana había ido a ver a unos amigos.Pero después de un día sin saber nada, si Adriana no regresaba hoy, la abuela empezaría a sospechar.Lo que más sorprendió a Adriana fue ver a José tan serio, pero al mismo tiempo tan amable. Ella lo comprendió y decidió regresar directamente al apartamento, tal como él quería.La señora Torres llevaba un tiempo sin ver a Adriana. Al verla bajar del coche, la invitó con entusiasmo a entrar y empezó a charlar co
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Capítulo114 Yo te haré feliz
José pensó en esto y, al mismo tiempo, Adriana también. Hace más de dos meses, ella y José tuvieron un accidente en un hotel en París.¡Pero! Después de eso, su ciclo menstrual fue regular. Adriana suspiró en secreto. Se dio cuenta de que había sido engañada por la Señora Torres hace un momento.Por suerte, solo fue una falsa alarma.—Abuelita, no es así, creo que solo estoy un poco indispuesta, no estoy embarazada— explicó Adriana.—Probablemente todavía es muy temprano, tal vez ni tú misma lo sepas—insistió la señora Torres.Adriana pensó que, en realidad, no había tenido relaciones con José recientemente, ¿cómo podría estar embarazada? Pero, al pensar en ello, no podía explicarlo de esa forma. Ella vivía en el mismo conjunto residencial, la señora Torres seguramente pensaba que dormían juntos.Al ver que Adriana no decía nada, tanto abuela como nieto pensaron que ella lo había aceptado.La señora Torres inmediatamente ordenó a la sirvienta que le preparara una sopa ligera y nutrit
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Capítulo115 Los primeros se ríen, los últimos lloran
El hombre estaba completamente concentrado, mirando el monitor del electrocardiograma al lado de la cama de Adriana.—¿Quién es usted? — Adriana se sentó, algo confundida.El hombre, al darse cuenta de que ella había despertado, sonrió un poco.—Mucho gusto, señora Adriana. Yo soy un representante del organizador de la gala de las damas de la alta sociedad. He venido a visitarla.Adriana lo observó, él tenía una apariencia educada, vestía de manera apropiada, y su sonrisa era cálida, transmitiendo una sensación de serenidad, como si una brisa fresca la envolviera. Asintió y preguntó:—¿Cuándo me hicieron el electrocardiograma? — miró el aparato que tenía en sus dedos.—Creo que el médico vino mientras dormía y lo hizo. No estoy seguro— respondió el hombre, con cortesía.Viendo la cesta de frutas y flores frescas que había dejado el hombre en la habitación, Adriana sonrió y dijo:—Debo darle las gracias por la atención. No estoy mal, pronto podré salir del hospital.—A pesar de que no f
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Capítulo116 Al parecer es una amante
—No me abraces tan fuerte.Ella apenas podía respirar, pero, no lo apartó, porque no quería que la seguridad que sentía en ese momento acabara.Después de un rato, José la soltó, y ella notó que sus ojos estaban rojos, como a punto de llorar.—¿Qué te pasó? ¿Por qué llegaste tan rápido? La herida de tu pie aún no ha sanado —dijo, preocupada, mientras miraba hacia abajo.José no prestó atención a su herida y le preguntó en voz baja:—¿Alguien vino a verte hace un momento?Adriana asintió:—Sí, alguien del evento de las Damas Internacionales vino a verme.—¿Quién?En sus ojos había una tensión que ella no lograba comprender.—Mira —Adriana le entregó una tarjeta.Al ver el nombre y número de Héctor Ruiz en la tarjeta, la mirada de José se volvió más intensa. Apretó los labios y le dijo con seriedad:—De ahora en adelante, si no estoy, no te encuentres con desconocidos.Adriana, algo desconcertada, levantó una ceja:—No soy una niñita como para andar en esas.Antes de que pudiera terminar
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Capítulo117 Estaba bastante ardido
¡Qué extraño!Adriana levantó las cejas mientras leía la noticia.Las fotos eran un poco borrosas, pero la mujer junto al presidente del Grupo Blanco, Lucas Blanco, ciertamente se parecía a ella. Era tan absurdo que no sabía si reír o llorar.No era de extrañar que últimamente todo lo relacionado con el Grupo Blanco estuviera a cargo de Lucas Blanco. Su padre, al parecer, estaba demasiado ocupado con su "acompañante" como para preocuparse por asuntos laborales.Al bajar a los comentarios de la noticia, algunos usuarios aseguraban que debía tratarse de Adriana, señalando que incluso llevaba un vestido similar al que usó en el evento de Damas Internacionales. Otros respondían que era ridículo, argumentando que todo el mundo sabía que Grupo López y Grupo Blanco eran enemigos jurados, y que pensar que Adriana, heredera de Grupo López, sería la amante del presidente de Grupo Blanco era un disparate.—¿Cree que podría ser un complot de Grupo Blanco? —preguntó su asistente, con preocupación.
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Capítulo118 Las
Adriana fue inteligente y rápidamente convenció a las dos dudosas y soberbias señoritas, Julia y Lucía, de trabajar en equipo. Luego, las añadió a un grupo de WhatsApp llamado: Las Vengadoras.Tras acordar el plan, Lucía regresó a la casa de su familia y esperó pacientemente.Siguiendo las indicaciones de Adriana, Lucía dejó que se filtrara la noticia de su reciente encuentro con ella. Así, Gracia sería quien tomara la iniciativa de contactarla. Lucía no debía dar el primer paso para no alertar a su enemiga.No pasó ni un día cuando, al mediodía siguiente, una sirvienta subió corriendo las escaleras.—Señorita, ¡Gracia está abajo!—¡Sabía que iba a venir! —pensó Lucía, recordando las palabras de Adriana. Según ella, conociendo el carácter impulsivo de Gracia, no la haría esperar más de un día. ¡Adriana era tan inteligente, podía predecir perfectamente lo que harían los demás!—Hazla pasar. —ordenó Lucía.Antes de bajar, Gracia miró a la sirvienta y preguntó, prevenida:—¿Recuerdas las
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Capítulo119 Que paga por que paga.
Lucía levantó la cabeza y, siguiendo la mirada de Gracia, fingió enojo:—Es ella...—¿Qué hace aquí tan tarde, viniendo al hotel del Grupo Blanco? —Los ojos de Gracia brillaban.Gracia había planeado resolver el asunto de Adriana en los campos de flores de Marépolis. Era un lugar remoto y aislado. Había enviado a sus hombres de mayor confianza, y estaba convencida de que incluso si el Grupo López investigaba después, sería imposible conectar el caso con ella.Estaba segura de que todo saldría bien. Sin embargo, escuchó que Adriana había sido rescatada por alguien desconocido y había regresado sana y salva. ¡Qué asco le daba, prefería tragarse una mosca!Ahora, al pensar en los rumores sobre el supuesto romance entre Christian Blanco y su amante, Gracia sintió como si hubiera encontrado una nueva manera de eliminar a Adriana. ¡Esto no solo era una oportunidad perfecta para destruir a Adriana por completo, sino también para asegurarse de que nunca más pudiera dar la cara en público!Im
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Capítulo120 ¡Jalémosle los pelos a esta perra descarada zorra!
Adriana terminó de preparar todo y volvió a su rincón en las escaleras a esperar.Tres minutos después.Frente a la suite presidencial del hotel del Grupo Blanco, apareció la señora Blanco acompañada de una decena de hombres amenazantes. Sin decir una palabra, ordenó que derribaran la puerta de la suite.—¡Quiero ver qué clase de zorra sinvergüenza es esta!Dentro de la suite, Gracia, que seguía buscando a Adriana, no tuvo tiempo de reaccionar cuando un líquido desconocido le fue lanzado al rostro, empapándola completamente.Con pánico, comenzó a gritar desesperada pidiendo ayuda.Desde el baño, en medio de su ducha, Christian Blanco escuchó el alboroto. Rápidamente se cubrió con una toalla y salió al salón. Al ver a su esposa, preguntó:—¿Qué haces aquí?—¿Que qué hago aquí? Si no lo hubiera visto con mis propios ojos, ¡nunca habría sabido que te atreviste a mantener a esta maldita perra bajo mi nariz! —gritó la señora Blanco con furia.Con una mirada de autoridad, indicó a sus guarda
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