CAPÍTULO 125: ÉL NO VENDRÁ.El jardín de la mansión D’Angelo estaba finamente decorado. Guirnaldas de luces blancas colgaban entre los árboles, flores frescas adornaban cada rincón, y una suave melodía instrumental se mezclaba con el canto de los pájaros. La brisa movía las cortinas de una carpa blanca, mientras Gabriel y Zoe corrían entre los arbustos, jugando a atraparse.Poco a poco, los invitados comenzaron a llegar.Mientras tanto, en una de las habitaciones, Adeline terminaba de arreglarse frente al espejo. Su respiración era irregular, y sus manos temblaban ligeramente mientras ajustaba los detalles finales de su atuendo. Lucy, a su lado, la observaba con cariño.—Te ves hermosa, Ade —dijo con una sonrisa traviesa—. Ahora, esperemos que esta vez el cucaracho sea un buen marido.Adeline rodó los ojos y se giró hacia su amiga.—Giovanni ha cambiado, Lucy. Esta vez sí tendré mi final feliz.La chica arqueó una ceja, incrédula, pero luego suavizó su expresión. Con cuidado, acomodó u
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