EmmaMe duele todo el cuerpo. No sé si es por los golpes o por el agotamiento de haber corrido tanto, pero el dolor físico palidece en comparación con lo que siento dentro. Estoy sentada en una banca del parque, el aire frío me corta la piel mientras trato de calmar los latidos de mi corazón. Mi labio sigue hinchado, y el sabor metálico de la sangre aún me llena la boca.Debería irme, buscar un taxi, pero no tengo fuerzas. Estoy en shock. Quiero llorar, pero ni siquiera me salen las lágrimas. Lo único que puedo pensar es en cómo he terminado así, golpeada y huyendo de mi propio esposo, con el rostro lleno de miedo y la mente rota.Me levanto tambaleante. Debo irme de aquí. Necesito un taxi. Estoy buscando con la mirada cuando, de repente, veo el auto de Melissa pasar por la calle. Parece que va en dirección a mi casa, pero cuando me ve, frena en seco. Se baja corriendo, y al acercarse, su rostro cambia por completo.—¡Emma! —grita desesperada mientras corre hacia mí. Al verme d
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