Camila le dio cálido abrazo y la miró con reprobación. —Ay, Lauren, deberías estar en casa descansando, no deberías estar aquí en la oficina. —Entiendo tu preocupación, pero estar embarazada no me vuelve una lisiada. De hecho, estoy de buen ánimo y tengo energía para trabajar. Si estuviera mal, no habría venido.—Bueno, pero aún así deberías tomarte la licencia y disfrutar del embarazo tranquila, me haré cargo de tus pendientes. Así que, despreocúpate. —Es una buena opción, pero aún puedo ocuparme. —Lo sé, trabajarás al menos por los siguientes meses, no darás tu brazo a torcer. Ella sonrió. —Lo pensaré. —Bien. Oye, ¿qué ha pasado entre tú y Alexander? ¿en qué han quedado? —Decidimos estar bien, no digo que pueda ser perfecto, pero consideraré darle una oportunidad. —Ha ganado el amor. —¿Qué dices? —Solo digo, que era inevitable que esto pasara, así que te deseo lo mejor. —Gracias. —Iré a verme con un amigo, ah, por cierto, ¿dónde está Emma? —La despedí, suecedieron algu
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