El sol de la mañana se colaba entre las hojas de los árboles, creando un mosaico de luz y sombra sobre el campamento. El aire estaba impregnado de un olor a tierra fresca y rocío, pero también había algo más en el ambiente, una sensación de expectación que flotaba sobre la manada como una brisa suave. Kadisha se despertó temprano esa mañana, sintiendo una ligera presión en su vientre. Había pasado los últimos días con una sensación de cansancio, pero asumió que se debía al esfuerzo de las últimas semanas: la alianza con otras manadas, la planificación constante, la preparación para la posible amenaza que representaba Elias, y la desaparición de Alain, el Beta de Julius, que había añadido una sombra de incertidumbre sobre todos ellos. Se levantó con cuidado, tratando de no despertar a Murdock, quien dormía a su lado. Sus dedos rozaron su vientre, y una sensación extraña recorrió su cuerpo. Desde hacía varios días, su cuerpo había cambiado. No era solo el cansancio, sino una sensación
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