20. Eileen
—Cuéntame un cuento —le pido. Él se detiene unos minutos y me observa. Esto lo tomó por sorpresa. Le sonrío. —¿Qué sucede? —le pregunto—. ¿No te sabes ninguno?—Creo haber leído uno en los libros de Kimberly —comenta acostándose a mi lado.—Te escucho —lo apremio. Muevo un poco la bolsita. Le tomo la mano y se la coloco ahí donde me duele. Él mueve su mano despacio.—Había una vez un príncipe que vivía en un reino muy materialista. El príncipe tenía todo lo que quería, riqueza, poder, fama, belleza —sonrío—, incluso podía tener a la mujer que quería. Eso hizo que las mujeres pasaran solo por su cama, no por su vida. Pero, llegó una princesa, era de un reino muy lejano, era una princesa de verdad. Con cabello rojizo, piel pálida, sonrisa hermosa, dulce, sencilla, carismática. «Quiero que ella sea mi princesa», pensó. Aunque la princesa lo quería, el príncipe no podía enamorarse. A día de hoy la princesa y el príncipe siguen luchando por construir su propio imperio, pero un imperio
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