En ese momento, Luna, oculta en las sombras, escuchó a Leandro aceptar la fecha del 26 del próximo mes para casarse con Celia. Al principio, su mente quedó en blanco por un instante. Su divorcio había sido, en realidad, para que él pudiera casarse con Celia. No era la primera vez que lo sabía; no importaba qué día se casara, eso no la afectaba. Pero, ¿por qué se sentía tan triste en su interior? Era como si le hubieran vaciado el corazón, un vacío tan grande que quería llorar.Se quedó en silencio, rígida en la oscuridad, sintiendo solo el dolor de sus uñas hundiéndose en la palma de su mano. Ahora, él y su prometida estaban cenando juntos, disfrutando de la cena familiar, mientras ella se quedaba al margen, soportando el hambre y la tristeza.Si él se casaba, que lo hiciera. ¿Para qué la había llamado? ¿Era solo para humillarla, para que viera con sus propios ojos cómo abrazaba a su nueva novia? Luna respiró hondo; necesitaba un gran esfuerzo para contener las lágrimas.No podía enten
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