Víctor se acomodó en su silla, cruzando las piernas, y sus ojos se posaron sobre Luna con una mirada lasciva.—Tú eres la planificadora encargada de la presentación —dijo Víctor, haciendo una señal con la mano, en tono claramente insinuante—. Acércate un poco más. No oigo muy bien, así que necesito que te acerques para poder escucharte.—Vamos, Luna, date prisa. Todos están esperando que empieces —Celia la instó.Luna dio unos pasos hacia adelante y miró a Leandro. ¿De verdad tenía que presentarse frente a Víctor? ¿Él había consentido? Leandro permanecía impasible, simplemente le hizo una seña con la mirada para que se acercara.Luna sintió un escalofrío en su interior; realmente no la consideraba. Respiró hondo para calmarse y se dijo a sí misma que solo tenía que terminar la presentación y marcharse, tal como le había aconsejado Rafael; no debía quedarse demasiado tiempo allí.Julio, desde un lado, añadió: —Vamos, ven aquí. El Grupo Muñoz está lleno de talento últimamente. Déjame ver
—Jeje, Luna, has sido muy modesta. He estado en contacto con el equipo del proyecto varias veces y no tienen este nivel —dijo Julio, observando cómo Víctor sujetaba la muñeca de Luna. Se rio para sus adentros, pensando que el viejo estaba encaprichado con ella. Quería ver cómo respondería Leandro.Teresa conocía bien a su esposo; seguro que se había fijado en esa chica. ¿Cómo podía hacer eso en una cena familiar, delante de todos, sujetando la muñeca de la insolente? ¿Acaso creía que ella no estaba ahí?Celia estaba atónita. Aunque sabía que su padre no tenía un comportamiento ejemplar, no había anticipado que se interesaría por Luna. Por un momento, no supo cómo reaccionar. Esa zorra era realmente seductora; atraía tanto a jóvenes como a mayores.Si su padre la tomaba como amante y se alejaba de Leandro, eso podría cumplir su deseo. Pero su madre se volvería loca. Había tenido muchas peleas con su padre por sus asuntos con mujeres, pero, por su estatus, los conflictos familiares se ma
El repentino giro de los acontecimientos tomó a Luna por sorpresa. No podía creer que Teresa se desnudara de toda dignidad y se pusiera a hacer un escándalo en público. La expresión de Víctor se tornó oscura y se levantó exclamando.—¿Qué haces? ¡Es un escándalo! ¡Cuida tu imagen! —Estaba perdiendo la cara frente al futuro yerno. ¿Acaso no podía tocarle la mano a una mujer? ¿Desde cuándo ella tenía que meterse en sus asuntos?—¡Víctor, tú mismo mantén la compostura! ¡Si te atreves a llevarla a casa, no te dejaré en paz! —El enfado de Teresa aumentó al ser reprendida en público.—¡Teresa, te lo advierto! ¡Este hogar no es tuyo para gobernar! ¿Qué te crees? ¿Has parido un hijo para mí? ¡No, no lo has hecho! ¡Te he tolerado! ¡Quien me dé un hijo puede ocupar tu lugar! —Víctor se levantó de golpe, su rostro arrugado lleno de furia.Las palabras de Víctor hicieron que el rostro de Julio cambiara drásticamente.Era evidente que en la mente del viejo, Diego era el verdadero hijo, mientras que
Al ver a Víctor acercarse, Luna se asustó y, instintivamente, se escondió detrás de Leandro. No sabía en quién más confiar en ese momento, solo podía depender de él.—Ay, mira lo que has hecho, ¡tus bonitas ropas están arruinadas! ¿Cómo vas a volver así?Víctor chasqueó los dedos y, al instante, un hombre con aspecto de mayordomo se acercó.—Señor, ¿qué desea?—Lleva a esta señorita a una habitación para que se cambie de ropa y llama un coche para que la lleve a casa —dijo Víctor con un brillo astuto en sus ojos. Luna había caído en su trampa, y si quería irse, no sería tan fácil.—No, gracias. Puedo volver así. Solo necesito un taxi en la puerta, no quiero causar molestias —Luna sacudió la cabeza en señal de rechazo.—No puedes decir eso. En mi territorio, no puedo permitir que sufras una injusticia. Si te niegas, es como si me faltaras al respeto —dijo Víctor, con un tono que sonaba a advertencia—. Eso significa que no estás siendo razonable.Luna mordió su labio y miró a Leandro con
En la otra parte, en la mesa, la ausencia de Teresa y Celia dejó varios asientos vacíos.Julio giraba un anillo de jade en su pulgar, con sus ojos afilados observando a su alrededor. Conocía bien al viejo: si se interesaba por algo, haría lo que fuera para conseguirlo, incluidas las mujeres. No podía ser tan sencillo que Víctor dejara escapar a Luna. Se sentía algo molesto y también intrigado. Pero no podía desafiar al viejo, después de todo, la fortuna de la familia Fernández aún no estaba en sus manos, así que solo podía aguantar.Miró de reojo a Leandro, que parecía impasible, como si no estuviera tan interesado en Luna. Eso le resultó un poco desconcertante. Pero no era de extrañar; los hombres, una vez que han tenido lo que quieren, a menudo se desinteresan, y Leandro no era la excepción.—Leandro, este plan es mejor de lo que esperaba. Parece que podemos esperar buenos beneficios. El proyecto es bueno, los beneficios superan mis expectativas. Tienes buenas habilidades como mi yer
Leandro sonrió levemente, manteniendo una apariencia impasible. ¿Una familia? Je. ¿Qué planes tenía el viejo zorro en mente? No era ajeno a eso. ¿Quién saldría victorioso? Aún estaba por verse.Un momento después, el mayordomo que había acompañado a Luna para que se cambiara volvió y se acercó a Víctor, informando:—Señor, la Señorita López ya se ha cambiado y hemos enviado un coche para llevarla a casa.—Hmm. Buen trabajo, es un esfuerzo que vale la pena. No podemos hacerla sentir menospreciada —asintió Víctor con satisfacción.Leandro giró nuevamente su copa de vino, pensativo. Sacó su teléfono y lo colocó bajo la mesa, deslizando su dedo por la pantalla para enviar un mensaje a Yael.—¿Has visto salir algún coche de la familia Fernández?—Sí, ha salido un coche —Yael respondió casi al instante.—¿Quién iba en el coche? —Leandro lanzó otra pregunta.—Señor Muñoz, lo siento, no pude ver bien —respondió Yael.Leandro no volvió a responder. Se levantó.—Voy a hacer una llamada a un lado
En la otra parte, Luna abrió la caja para cambiarse de ropa. Al ver lo que había dentro, sus ojos se abrieron de par en par: era una falda de gasa transparente, tan reveladora que resultaba provocativa. Su mirada se tensó de inmediato; comprendió que algo no estaba bien. Pensando en ese viejo lascivo, no podía esperar que tuviera buenas intenciones.Su primera reacción fue querer huir. Justo cuando iba a abrir la puerta, esta se cerró desde afuera. Luna no tuvo tiempo de escapar. Se apresuró a girar la manija de la puerta, pero el robusto tirador de bronce no se movió ni un milímetro. Comenzó a golpear la puerta con fuerza.—¡Ábreme! ¡Ábreme! ¡Rápido! —gritó, consciente de que se encontraba lejos del edificio principal y que, probablemente, no la oirían aunque gritara hasta quedarse sin voz.Luna sacó su teléfono, dispuesta a llamar por ayuda. Sin embargo, al mirar la pantalla, se quedó paralizada. ¡No había señal! En esa habitación no había cobertura en absoluto. Intentó hacer una lla
Sus ojos estaban llenos de asombro, cada vez más abiertos, mientras hacía un sonido de admiración con los labios.—Bella, realmente bella. Un rostro de ángel y un cuerpo de demonio. Con tales atributos, no es de extrañar que puedas seducir a Leandro. ¡No te hagas la desentendida! No puedes ocultar nada de mis ojos. Ustedes dos seguramente han tenido algo —dijo, insinuando que ya habían estado juntos.—¡No te acerques! ¡No hagas locuras! ¡Lo que estás haciendo es un delito! —Luna gritó.—¿Delito? ¿Qué importa la ley? Jajaja, está aquí para servir a personas de nuestra clase, ¿no lo ves? Eres tan ingenua —Víctor rio con arrogancia—. Puedes intentarlo, a ver qué pasa si decides denunciarme. ¿Qué te pasará? ¿Qué me pasará a mí? Esas palabras las dejaré para después de que me divierta contigo.—¿No temes que le cuente a Leandro? —Luna, sin salida, recurrió a Leandro en un último intento.—Ay, pequeña belleza, no me engañes. ¿Crees que no me doy cuenta? Él ya no te quiere. ¿O acaso te parece