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42 chapters
Capítulo 41. Unidos para la eternidad.
«Hazme tuya.»«Aliméntate de mí.»Eran las palabras que Leviatán siempre anheló escuchar de los labios de Astrid; sin embargo, le apremiaba más poder conversar con ella. Explicarle todo para que no volviera a temerle.—Tenemos que hablar —murmuró con los labios casi pegados a la boca de Astrid.—No he dicho que no lo haremos, Leviatán. No creas que vas a escaparte de mí, hay muchas cosas que tendrás que explicarme y por las que tendrás que disculparte, pero ahora mismo, solo deseo estar contigo —le respondió, cerrando la corta distancia y apoderándose de su boca.Leviatán no encontró fuerzas para detenerla, estaba exhausto, herido y hambriento, por lo que, metió las manos entre los cabellos largos y rubios de Astrid, enredando los dedos en las hebras y presionándola contra su boca.El beso fue fogoso, el placer corrió por las venas de Leviatán, alimentando su núcleo, sintiendo cómo sus heridas más pequeñas iban curándose. Entonces, recordó que no estaban solos en la casa y que todo in
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Epílogo
Belinda aferraba las manos a la madera de la mesa de noche de su habitación, su corazón latía acelerado. Los gritos de placer que provenían de alguna parte de la casa despertaron sus propios deseos y lujuria.Su cuerpo quemaba, era una sensación que no había experimentado jamás y la presencia de Connie en su espacio privado no ayudaba.Tenía miedo, era normal. ¡Casi se había orinado de miedo cuando descubrió que estaba rodeada de personajes no humanos!Llegó incluso a pensar que se trataba de un sueño o que la locura se había apoderado de ella, pero no era ni un sueño, se había vuelto loca. Era una realidad.—Te lo suplico, Belinda —pidió Connie, acercándose unos pocos pasos. Podía oler la excitación de la mujer, el deseo que crecía a pasos agigantados y las imágenes que su cabeza recreaba. Pero también podía oler su miedo.—¡No soy una prostituta! —gritó, negando con movimientos agitados de cabeza.Connie apretó los puños, había sido un error garrafal ofrecerle dinero por ayudarla; s
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