En ese momento, la distancia entre mi cuñada y yo era apenas de unos pocos centímetros.Sentía su cálido aliento y la suave fragancia que emanaba de su cuerpo; era imposible para mí contenerme.Sin pensarlo, la abracé y comencé con pasión a besarla.—No… no… —dijo ella, intentando apartarme.Le susurré: —Cuñada, baja la voz, o nos escucharán.Ella, asustada, dejó de hablar en voz alta.Con voz apenas audible, me advirtió: —Óscar, esto no puede ser. Si alguien se entera, estaremos realmente perdidos.—Seré discreto, no se darán cuenta —respondí, obstinado.Ella sujetó con firmeza mi cinturón, impidiéndome desabrocharlo.—No, aun así, no. Todos saben que soy tu cuñada. Si alguien nos descubre, sería algo vergonzoso, no podríamos mostrar la cara ante nadie.—Entonces, ¿cuándo estemos en casa lo harás conmigo? —pregunté, sabiendo que tenía sus dudas.Mi cuñada dudó, insegura.Sin darle tiempo a responder, comencé a tirar con rapidez de su pantalón.—Mejor aquí mismo. Sé que en casa no te a
Leer más