Capítulo200
Sentí cómo todo mi cuerpo se tensaba al instante.

Mi cuñada aprovechó la ocasión y me hizo cosquillas en las costillas, provocándome tal risa que, en ese momento, logró quitarme la almohada.

Estaba tan cerca de mí que con solo bajar la vista podía ver sus voluptuosos senos asomando provocativos por el escote.

Sin querer, en mi mente surgieron imágenes de su pecho firme y espectacular.

La sangre comenzó a hervirme con rapidez en las venas.

Aunque antes había podido aprovechar ciertas oportunidades con ella, ahora ni siquiera eso. Sin embargo, cuanto más me negaba su cercanía, más me ardía el deseo de hacer el amor con ella.

Y para aumentar la excitación, estaba el hecho de que lo imaginaba ahí mismo, justo en el hospital.

La idea me provocaba una mezcla de nervios y deseo que apenas podía controlar. No podía mirarla a los ojos y por lo tanto, aparté la vista hacia otro lado.

—Cuñada, mejor contrata a una enfermera para que me cuide.

—¿Una enfermera? ¿Para qué, si de todos modos yo tengo
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