Capitulo208
Me incorporé con un gemido de dolor, sintiendo todavía el fuerte malestar que había provocado su acción.

Con una expresión de enojo, la miré directamente a los ojos y le solté, —¿Qué demonios estás haciendo?

—He venido a revisarte la herida, — respondió en ese instante María, cruzándose tranquila de brazos y observándome con su habitual frialdad.

Aún molesto, repliqué, —¿Y en medio de la noche? ¿De qué sirve revisar la herida a esta hora?

Mi cuñada intervino de inmediato para suavizar un poco la situación, —Óscar, no hables así. La doctora María solo está siendo responsable con su paciente.

Sin ceder, mantuve mi rostro serio y continué, —cuñada, no tienes idea de lo que me ha hecho. Ha presionado directo sobre mi herida, casi me mata del dolor.

—Esta mujer no está aquí para ayudarme, sino para torturarme.

Mi cuñada esbozó una sonrisa algo incómoda, consciente de que siendo yo el paciente y María una de mis doctoras, no era apropiado pedirle en ese momento que se marchara.

María, impasi
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