Pensé para mí mismo que, cuando María llegara, lo que fuera a suceder, lo primero sería llevarla a la cama, sin importar nada más.Aún en ese caso, si ella me descubriera, no sería tan grave, lo peor que podría pasar, sería que dejaríamos de ponernos en contacto, nada más. Pero esta noche, definitivamente tenía que disfrutar al máximo. Me recosté en la cama, esperando con nerviosismo, y después de un rato, oí un golpe suave en la puerta. —Entra, la puerta no está cerrada completamente. Para evitar tener que levantarme de la cama, había dejado una pequeña rendija en la puerta. María empujó con suavidad la puerta y entró. Llevaba un vestido azul que le quedaba muy bien, y su porte era elegante. —¿Hace cuánto llegaste? —me preguntó curiosa María. Temía que pudiera reconocer mi voz, así que la bajé de manera deliberada. —Hace unos 20 minutos, ven aquí, déjame verte. María caminó hacia mí con sus tacones altos. La tomé de la muñeca y la levanté sin pensarlo. Entonces, me
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