Paula dijo: —Precisamente porque eres un hombre es que quiero que me abraces. Si fueras una mujer, ni siquiera te lo pediría.—Entonces dime, Lucía, ¿puedes o no puedes seguir con esto del juego?Lucía se acercó y, sin pensarlo demasiado, agarró a mi hermano y lo empujó hacia Paula. —Raúl, rápido, dale un abrazo, te doy permiso.La cara de mi hermano se puso cada vez más roja. —Lucía, mejor dejémoslo así…—Ni hablar, tienes que hacerlo, o si no, Paula pensará que me acobardé con el juego.—Vamos, deja de dudarlo y hazlo de una vez y punto, — dijo Lucía empujando a Raúl hacia Paula.Mi hermano, un tanto tambaleante, acabó cayendo en los brazos de Paula, y lo primero que sintió fue la suavidad en su impactante pecho.Su corazón comenzó a latir a mil por hora, como si se le fuera a salir por la garganta.Para su horror, su pene reaccionó de inmediato, poniéndose erecto.Esto lo hizo sentirse avergonzado, nervioso y aterrorizado.Si Lucía notaba esto, la situación podría salirse en ese mom
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