Mei camino con elegancia, hacia lo que sería su primer batalla, la voz suave de Melody Ángel zumbaba en sus oídos, era como si su maestra estuviera allí, a su lado, como si en lugar de enfrentar a la muerte, solo estuviera entrenando una tarde más en Nueva York.— Camina, nunca corras, la muerte espera por ti después de todo, no es necesario adelantarse.— Gracias por tu voto de confianza. — Mei la vio casi con molestia y Melody sonrió.— Debes ser consiente mi pequeña niña, que, en esta vida, lo único seguro es la muerte, no le temas, se su amiga, porque un día te tocara verle la cara, y no hay peor castigo para un asesino que sentir miedo al verla. — no podía negar que tenía miedo, y eso que solo estaba entrenando.— Comprendo.— No, no lo haces, pero con mi ayuda lo harás, muchos piensan que es fácil tomar una vida y luego continuar como si nada… debes saber que no es el caso, no importa si es un santo o un demonio con el que acabas, porque al final del día, la sangre en tus manos
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