Electra agradeció la información, aunque no confiaba completamente en Akira. Sabía que no podía quedarse mucho más tiempo. Antes de irse, lanzó una última pregunta para tantear el terreno: —¿Y cómo se supone que una anomalía como yo... digamos, hipotéticamente, podría regresar a su línea de tiempo sin alertar a los guardianes? Akira soltó una risa seca, aunque su mirada se oscureció. —No te metas en problemas más grandes de los que ya tienes, Electra. De ser así, deberías seguir las reglas pero,si insistes en ir contra el flujo, prepárate para pagar el precio. Esa respuesta solo confirmó las sospechas de Electra: Akira sabía más de lo que estaba dispuesto a admitir. Y aunque parecía no querer enfrentarla directamente, sus palabras ocultaban una advertencia. Electra se levantó del sofá, fingiendo calma, aunque sentía que cada segundo en ese lugar la acercaba más al desastre. —Gracias por tu…” hospitalidad”, Akira. Supongo que este no será nuestro último encuentro —dijo, con una son
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