Todos los capítulos de Pasión Ardiente "En las llamas del amor": Capítulo 21 - Capítulo 30
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¿AMOR U OBSESIÓN?
—Señor, disculpe que lo interrumpa —dice Mercedes entrando a mi habitación.Dejo a un lado mi teléfono y me cruzo de brazos.—¿Qué quieres ahora? —Le increpo. —Sigue enojado conmigo, verdad. —Si viniste a eso, puedes marcharte.—No, señor. No vine a eso. —¿Entonces, dime a qué has venido, Mercedes? —pregunto en tono hostil.— Sabes que no me gusta que me molesten cuando estoy en mi habitación.—Lo sé, señor. Venía a informarle que el Dr Benavides, está abajo. Vino a ver a su prometida y dice que necesita hablar con usted.—¿Benavides? —¡Sí, el Dr Benavides quiere verlo? Aunque me parece extraño que haya regresado, le ordeno a Mercedes que lo reciba:—Dígale que en seguida bajo. ¡Ah! Y mientras lo atiendo envía a Sol para que limpie y cambie mis sábanas. —Puedo hacerlo yo, señor. Si lo desea. —Prefiero que lo haga ella. Tú encárgate de prepararme algo de cenar.—Como usted diga, señor. Mercedes sale de la recámara, reviso mi móvil y una sonrisa se dibuja en mi ros
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UNA SEÑAL DEL DESTINO
El coche se detuvo frente al edificio donde llevaba varios meses viviendo. Una especie de alegría, pero a la vez melancolía me invade en ese instante. Subo las escaleras directamente hacia mi apartamento. No imagino la sorpresa que se llevará mi madrina y sobre todo mi pequeña Sofi. Tenía un par de meses sin verla, el mismo tiempo que llevaba trabajando en las empresas Ferrer. Con suerte conseguí comprar en el aeropuerto, algunos detalles para obsequiarle a ambas.Abro la puerta sigilosamente para no asustarlas, ya era un poco tarde para visitas. Entro y veo a mi madrina como siempre sentada con su móvil en la mano, leyendo las novelas digitales que tanto le apasionan. Está tan inmersa en su lectura que no nota que entré al apartamento. Dejo la maleta en la entrada y mi bolsa sobre el mesón de la cocina. Me acerco y le cubro los ojos. Ella se sobresalta, pero me inclino, beso su cabeza y le susurro al oído:—Bendición, madrina. La expresión en su rostro, me dice lo feliz que
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DUDAS SOBRE 'LA VERDAD'
Despierto con el sonido de mi móvil, lo tomo aún sin abrir del todo los ojos, froto con una mano mi rostro y veo la pantalla titilante del celular.—Es el Sr Ferrer —Me incorporo rápidamente para atender su llamada.—Buen día, Rebecca. Pensé que me hablarías al llegar. —espeta.—Quise hacerlo, señor. Pero llegué un poco cansada del viaje, disculpe.—¿Paso por ti en media hora? —Bien Sr Ferrer, pero quería ir primero a ver a mi padre. ¿Podemos dejarlo para después de mediodía? —Está bien. Ve a la clínica y luego vienes a la empresa. Te estaré esperando para ir a almorzar y conversar. Debemos aclarar ciertos puntos. —¡Sí, sí! Allí estaré, no sé preocupe. Me levanto de la cama aún soñolienta, últimamente me he sentido algo pesarosa y débil. Me dirijo al baño, me doy una ducha y minutos después ya estoy lista para salir. El olor irresistible del café, me atrae. Voy hasta la cocina, mi madrina ya está despierta y con el desayuno preparado.—Buen día, hija. —Bendición madri
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TODO TIENE UN PRECIO
—Buen día, Rosalba —saludo a la recepcionista de la empresa, quien me mira con suficiencia.—Buen día, Rebecca. Al fin regresas a tu trabajo. Necesito que limpies mi escritorio —dice pasando su dedo por encima de la superficie plana de madera. —Lo siento, pero ya no trabajo como empleada de mantenimiento. —¿Tan rápido te botaron? —pregunta en tono burlón. Sin aguardar mi respuesta, añade:— ¡Ah! ya sé, vienes por tus prestaciones. —No —respondo con firmeza— vengo a ver al Sr Enzo Ferrer. —¿Tienes cita con él? —No, no la necesito. —Pues no puedes pasar sin su autorización, ya no eres empleada de esta empresa. —dice levantando el teléfono.— Debo comunicarle, tal vez pueda atenderte.—El Sr Ferrer me está esperando. —asevero. —No puedes pasar, no trajiste tu carnet. —insiste. Justo cuando ella me impide pasar, veo al Sr Ferrer saliendo del ascensor. —¡Allí, lo tienes! ¡Pregúntale directamente! —respondo con el mismo sarcasmo con el que ella me habla.La rubia platinad
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INSTINTOS
Apenas habían transcurrido algunas horas y Emilio ya empezaba a extrañar a Rebecca. Su presencia en aquella mansión era notoria. Ella era como un rayo de luz en medio de tanta oscuridad.A pesar de que le inquietaba la idea de que ella estuviera cerca de su hermano, también le preocupaba saber que ella pudiera estar enferma. Estuvo tentado a llamarla. Pero entonces tendría que explicarle que tomó su número telefónico en el momento que estuvo revisando su móvil aquella tarde y eso, no lo dejaría muy bien parado frente a ella.—¿Por qué demonios, no llama? Por lo menos podría avisar que ya está en Madrid. Me parece desconsiderado de su parte que no lo haga —espeta.— ¡Mercedes! —llama a su empleada, quien acaba de retirarse de la habitación y subirle el almuerzo.—Dígame señor. —responde abriendo la puerta con rapidez. —¿La Srta Cervantes no ha llamado? —No señor. —responde con hostilidad. —Necesito que la llames. El médico quiere chequearla lo antes posible.—Pero señor, yo…
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¡ÉL ES MALO!
—Madrina, por qué tardaste en salir, mi jefe quería conocerte. —Estaba arreglándome cuando llegaste, Rebecca. —responde, visiblemente nerviosa, frotando sus manos una con la otra.—¿Qué te ocurre? ¿Estás pálida? —Nada, Rebecca. —se sienta en el sofá— Ven, siéntate y dime cómo te fue, cómo está tu padre. Rebecca se sienta al lado de su madrina aunque le sorprende su rara actitud.—Bueno cuando llegué estaba con la doctora. Ella lo estaba revisando, y dice que está recuperándose muy bien. —Me alegro por ti. —Madrina qué fue lo que ocurrió la noche en que mi madre se fue de la casa. —pregunta con suspicacia. —¿A qué viene tu pregunta, hija?—Es que hoy estuve hablando con papá, tocamos el tema sobre lo que ocurrió esa noche y en algunos momentos sentí que se contradecía. ¿Qué fue lo que pasó entre ellos y por qué a mi padre tampoco le agradas?—Finalmente te das cuenta de que Ignacio no es tan santo como siempre has pensado, Rebecca.—Cuéntame qué ocurrió, tú estabas all
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RARAS ACTITUDES
Amanece y despierto menos cansada que el día anterior. Me levanto de la cama, arreglo un poco las sábanas y voy al baño para asearme. A diferencia del día anterior, mi madrina aún duerme, cosa que no es común en ella. Recuerdo que estuvo en mi habitación. Debió ser quien me quitó los zapatos y arropó. Voy hasta la habitación y ambas están dormidas. Mi Sofi, se ve tan tierna. Pienso en el llamado de atención que le hice ayer y me arrepiento de haberlo hecho. Sin embargo, era necesario, debía enseñarle a tener un poco de respeto hacia mi jefe aún cuando él no le agrade.¿Quién lo habrá llamado para que terminase yéndose tan rápido? Me pregunto. Durante los meses que estuve en la empresa, nunca vi a una mujer con él. Por lo visto, es bastante críptico en sus relaciones. Pero si de algo estoy segura es de que debe tener a alguien a su lado. Siendo tan guapo e inteligente, no creo que esté solo. Me dirijo a la cocina para preparar el desayuno y mientras lo hago, revivo la mañana e
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UNA PETICIÓN MUY PARTICULAR
Mientras Rebecca iba por su padre, Yolanda se ocupa de cerrar bien la puerta del apartamento. Aquel auto parado durante gran parte de la noche, seguía provocando en ella angustia.Las amenazas que recibió en aquel entonces, fueron suficientes para ella. El poder que poseía el magnate multimillonario era evidente. —Vamos a la habitación, Sofía. Y si escuchas el timbre por favor no salgas.—¿Por qué madrina? —dijo la niña, quien se había acostumbrado a escuchar a su hermana llamándola de esa forma.—Porque no es bueno abrirle la puerta a los extraños. —¿El jefe de Rebe, es un extraño? —pregunta abriendo sus ojos, llenos de asombro. —Sí, él también lo es. —Pero Rebecca me regañó ayer, dice que debo ser amable con él. —Amable, no confiada, ¿entiendes? —La niña asiente con su cabeza. Yolanda se encierra en la habitación con la pequeña y mientras Sofía juega con su nueva muñeca, la mujer se abstrae en sus recuerdos.Siete años atrás… —¿Estás embarazada de ese hombre, Marta
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UNA MONTAÑA RUSA
Luego de recoger mi equipaje, me despido de mi padre. —Por favor cuídate, papá. —Por supuesto que lo haré hija. No pienso perderme tu boda. —dice sonriendo.—Le pediré al Sr Ferrer que se ocupe de tu boleto y el de mi madrina. —¿También tendré que viajar con ella? —gruñe.—¡Padre! Te pido que trates de no hacer enojar a mi madrina. Demasiado hace con cuidar de ti. ¿Vale? —No la necesito, puedo valerme solo. —espeta.—¡No lo dudo! Pero necesitas que alguien esté pendiente de tus medicamentos y tu dieta. —Está bien, Rebecca. Haré lo que me pides. Por lo menos no tendré que ver a esa mocosa. —dice refiriéndose a la pequeña Sofi.Frunzo el entrecejo con enojo, aunque deseaba decirle mil cosas a mi padre, prefiero tragármelas y que mi hermanita no tenga que presenciar ese tipo de situaciones. Me dirijo a la sala donde mi madrina aguarda junto a Sofía.—Gracias por cuidar de mi padre, Madrina. —digo sosteniendo sus manos entre las mías, me inclino y beso su frente. —Hag
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LA VENGANZA DE ENZO FERRER
En tanto, en su lujosa mansión, Enzo Ferrer se reúne con su chofer. —Sr Ferrer, acabo de dejar a la Srta Rebecca y a su hermana en el aeropuerto. —Muy bien Jorge, retírese. El hombre obedece. Enzo toma asiento mientras su guardaespaldas le sirve un trago de licor. —¿Qué piensa hacer ahora, jefe? —pregunta el pelirrubio de mirada aguileña, entregándole el vaso de cristal. Enzo campanea el vaso y luego bebe un buen trago de licor escocés.—Por el momento es poco lo que puedo hacer. Por lo menos, no antes de que se lleve a cabo la boda. Una vez que Emilio se haya casado, será más fácil para mí manipular a Rebecca, y ya luego me ocuparé de esa mujer y de la niña.—Por lo que sé, ella y el padre de la chica están solos. Si desea puedo hacerles una pequeña visita.—Eso sería muy evidente, Román. Por ahora quiero que tanto ella como Emilio confíen en mí, ciegamente. No me conviene por ahora que él sepa quien es ella, ni mucho menos como la contacté.—Pues, al parecer la puebl
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