Todos los capítulos de Pasión Ardiente "En las llamas del amor": Capítulo 11 - Capítulo 20
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UN MATRIMONIO POR CONVENIENCIA, SÓLO ESO.
Veo a mi prometido follándose a la mujer de vestido rojo que minutos atrás, me tope en el baño. Sin decir nada, doy un par de pasos atrás, cubro mi boca con ambas manos para no gritar de rabia. Sin querer tropiezo con un jarrón que se encuentra en una repisa colocada en una de las paredes. El jarrón se voltea y cae en la repisa de mármol bañando mi brazo y parte del lujoso vestido.—¡Joder! —murmuro, mientras limpio la falda del vestido que acaba de arruinarse con el líquido que contenía aquel envase.Aún así, apresuro el paso para salir de aquel lugar, volteo varias veces hacia atrás para verificar que él no haya notado mi presencia en la biblioteca. De pronto, lo veo parado frente a la puerta, me observa fijamente con una sonrisa siniestra dibujada en sus labios. Salgo del pasillo y subo las escaleras casi corriendo hasta llegar a la habitación. Aún estoy en shock. No puedo creer que tenga que casarme con un hombre como él, capaz de follarse a una de sus invitadas en su propia
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EL COMPROMISO OFICIAL
—¿No hablaste en serio cuando dijiste que me equivoqué en elegir a tu nueva esposa, verdad?—Por supuesto que sí. No soporto a esa mujer. —Es hermosa e inteligente ¿Qué más esperabas? Estoy seguro de que tu ex se va a retorcer de la rabia cuando vea la noticia en todas las redes. Sonrío levemente con satisfacción. Nada deseaba más que ver a Olivia sufriendo como sufrí yo cuando decidió abandonarme luego de aquel accidente.—Deberías dejar de beber como lo estás haciendo.—¿Qué tiene de malo? Se supone que debo estar feliz, voy a casarme. —Sí, pero no quiero que termines echando todo a perder con tus comentarios impertinentes.—Deja de una vez la maldita manía de querer controlar todo lo que hago. —gruño.—Sabes que todo esto lo hago por tu bien, Emilio. —dice colocando su mano nuevamente sobre mi hombro. Detesto que haga eso, por lo que sin dudarlo muevo mi hombro hacia atrás. —¿Mi bien? ¿Qué sabes tú lo que me hace bien, eh? Tú que siempre has sido elocuente y racional,
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SENSACIONES INÉDITAS
Ante aquel beso inesperado me quedo paralizada. No sé como reaccionar. Puedo sentir sus labios suaves quemando con su fuego abrasador los míos.El movimientos sinuoso de su lengua y de sus labios carnosos provocan dentro de mí, un torrente de emociones que no había sentido nunca antes con alguien. Siento como si una lava ardiente descendiera por las laderas de mi vagina mojando mis bragas, empapándome de ganas. Lentamente se separa de mí y sonríe, mi cuerpo aún tiembla ante aquella sensación tan especial. Veo a mi jefe y su sonrisa es algo forzada. —Bien, Emilio —dice rodeándolo con su brazo por la espalda— recuerda que estamos unos cuantos aquí sin una chica al lado. —Algunos invitados ríen por su comentario.—Es lo que quiero —responde con suficiencia— causarle envidia a todos los que están solteros... y casados también. —agrega. Mi mirada se dirige hacia la rubia de vestido rojo, quien ahora me mira con desprecio. Aprovecho la conversación entre mi jefe y mi prometido para
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INSEMINACIÓN ARTIFICIAL
—¡Ah! —exclamo con asombro.—¿Y ahora, Srta Cervantes, está dispuesta a casarse con alguien como yo? —pregunta en tono irónico.—No sé que ganas con esto Emilio —espeta el Sr Ferrer, mientras yo desvío la mirada para no ver las cicatrices de las quemaduras en su rostro.—¿Qué gano? Nada, pero es bueno que la Srta Cervantes esté al tanto de quién es el hombre con quien deberá estar durante un año. —Y-yo, yo —tartamudeo. —¿Acepta entonces casarse con este monstruo, eh? No puedo explicar lo que siento en ese momento, un cóctel de emociones saturados de tristeza, asombro y compasión me hace estremecer por dentro. Ahora logro entender la frustración que debe habitar dentro de su corazón. —¡Sí! —contesto con firmeza. Él me mira sorprendido. Era obvio que esperaba que saliera corriendo de allí— Es un contrato y debo cumplir con él. Quiera usted o no, yo seré su esposa.—¡Perfecto! —responde— Entonces las reglas del juego ya están claras, Srta Cervantes. —masculla y se da la vu
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EL REFLEJO EN EL ESPEJO
—¿Te pregunté que haces aquí? —insisto al ver que permanece muda sin responder a mi pregunta. —Lo, lo siento, no quería molestarlo —Me responde nerviosa.Retiro con fuerza de su mano el portarretrato de Emma.—No se te ocurra volver a tocarlo. —No, no era mi intención tomarlo, sólo retirarlo de su pecho y dejarlo a un lado. —dice sosteniendo su mano.Debo haberla lastimado al tirar abruptamente de su mano el retrato, pienso. —¿A qué has venido a mi habitación, eh? —Me incorporo de la cama y siento como mi cabeza está a punto de estallar producto de la resaca de la noche anterior. —Vine a traerle su desayuno como una especie de tregua entre usted y yo.—¿Tan pronto deseas una tregua? —Sonrío en forma burlona— Pensé que eras más fuerte. —Y lo soy —espeta. —Pues no lo parece. —Me levanto de la cama y veo como ella da dos pasos hacia atrás. Me fascina ver en sus ojos el miedo al sentirme cerca. Paso por su lado y me acerco a la bandeja de comida, tomo el vaso de jugo y l
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LA NIÑA DEL RETRATO
Corro hasta mi habitación, temblando de miedo. Abro la puerta, me aseguro de pasar el cerrojo para que no pueda entrar. Exhausta, me recuesto de la superficie de madera y me dejo arrastrar hasta caer sentada en el piso. Recojo mis piernas, pegándolas a mi pecho y me aferro a mis rodillas, mientras me quiebro por completo. —Es un monstruo, un animal, un salvaje.Mil sensaciones recorren mi cuerpo, me sentía sucia, lastimada y culpable de todo lo que había ocurrido en aquella habitación.Jamás imaginé que podía reaccionar de aquella manera. Me odiaba, era evidente que me odiaba.En ese instante de dolor, pienso en que lo mejor es que rompa con el contrato. No puedo casarme con aquel ser perverso y cruel. Me levanto del piso, tomo mi móvil para llamar al Sr Enzo y pedirle, suplicarle que me dé la oportunidad de pagarle aquel dinero sin tener que seguir al lado de un ser aborrecible como Emilio Ferrer.Intento comunicarme con él, pero no atiende. Verifico la hora, es algo temprano
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PROMESA INCUMPLIDA
Detengo el auto; bajo del coche sosteniendo un ramo de jazmines blancos para ella. Camino hacia su tumba.Me inclino, retiro el ramo de flores viejo y coloco uno nuevo en el jarrón. —Hola, mi princesa, te traje las flores que tanto te gustan —dijo observando su imagen sonriente.Me siento en el pequeño banco de mármol que mandé a construir al lado de su tumba. Usualmente converso con ella por largas horas, es la única que siempre me escucha en silencio, la única que me entiende. —Quiero pedirte perdón, hoy me porté como un patán con una chica. No sé que me ocurre con ella, desde que llegó me perturba su presencia. Siento que la odio, pero a la vez quiero protegerla. Una brisa fresca mece los árboles, eso ocurre casi siempre cuando siento que ella responde a mis palabras.—No te enojes conmigo, sé que hice mal. He hecho tantas cosas mal. Es inevitable, en ese preciso instante, no recordar el maldito accidente que la arrebató de mi lado. Si tan sólo me hubiese negado cuando m
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REHÉN DE SUS SENTIMIENTOS
Emilio baja de su coche y se encamina hasta la entrada de la mansión, encontrándose con su chofer, quien al verlo, se aproxima a él.—Sr Emilio, que bueno que llegó. —dice agitado.—¿Qué ocurre Nacho? —pregunta con el entrecejo fruncido.—Es su prometida.—¿Qué ocurre con ella? —Se cayó por las escaleras, señor.—¿Qué dices? ¿Qué le pasó? —pregunta visiblemente angustiado.—No lo sé, el médico está con e-Emilio entra a la mansión dejando al joven con la palabra en la boca. Sube las escaleras dando pasos largos y en breves segundos ya está en el pasillo. Se apresura hasta llegar a su habitación.Justo en ese momento, sale el médico acompañado de Mercedes.—¿Qué ocurrió, Benavides? ¿Cómo está Rebecca?—Ya un poco mejor, acabo de colocarle un analgésico y se ha quedado dormida.—¿Pero está bien?—Por el hematoma en la parte trasera de su cabeza, debió golpearse al caer. Necesito que la lleven para hacerle otros exámenes más profundos. —Yo me ocuparé de ello, Benavides. —
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¡NO! NO PIENSO DEJARLO...
Rebecca despierta de su sueño obligado. Observa que su móvil no está cerca donde suele dejarlo. No recordaba haberlo colocado en ese sitio. Quizás en el golpe en la cabeza aún la tenía confundida y estaba olvidando algunas cosas.Lentamente se incorpora. Siente que todo el cuerpo le duele, los hombros, la espalda, las piernas. Estira el brazo lo más que puede hasta tomar el móvil, abre el chat y nota que no tiene notificaciones en su móvil, cosa poco común. Continúa revisando hasta dar con el chat de su jefe. Él la había estado llamando. Pizca en la última llamada perdida para hablarle. Necesitaba salir de ese lugar cuanto antes. Escucha del otro lado la voz de Enzo Ferrer:—¿Qué es lo que está pasando contigo, Rebecca? No entiendes la magnitud de este asunto. ¿Cómo puedes venir a decirme que no te casarás con Emilio? Tarde o temprano van a follar, joder.—Sr Enzo tuve un accidente —responde parcamente.—¿Qué pasó? ¿Por qué nadie me ha avisado?—Me resbalé y caí por las escaler
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LA QUIERO MÍA...
—¿A dónde fue? —interroga a Mercedes.—¿Se refiere a la Srta Cervantes? —¡Sí! ¿A quién más? —espeta.—Dijo que regresaba a Madrid. —responde con malicia.Emilio palidece ante aquella inesperada respuesta. —¿A Madrid? —Sí, dijo que iba a ver a su padre. Pero me parece muy raro que sea justo esta semana, señor. Se supone que van a casarse, ¿no? —contesta sembrando la duda en él.Repentinamente la sujeta de ambos brazos—¿Qué quieres decir, Mercedes? ¿Qué también me abandonará como lo hizo Olivia? —pregunta sacudiendo con fuerza a la empleada.—¡No, no señor, Emilio! Yo no quise decir eso. Sólo que se me hace raro su viaje tan repentino. —responde nerviosa al ver la reacción de su patrón. Abruptamente él la suelta y le ordena:—Lárgate y llévate ese desayuno, no tengo hambre. —Como diga, señor. —la mujer recoge la bandeja y sale de la habitación.Emilio va detrás de ella, cierra la puerta azotándola con fuerza a sus espaldas. —¿Qué se cree esa mujer? No permitiré que
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