Corro hasta mi habitación, temblando de miedo. Abro la puerta, me aseguro de pasar el cerrojo para que no pueda entrar. Exhausta, me recuesto de la superficie de madera y me dejo arrastrar hasta caer sentada en el piso. Recojo mis piernas, pegándolas a mi pecho y me aferro a mis rodillas, mientras me quiebro por completo. —Es un monstruo, un animal, un salvaje.Mil sensaciones recorren mi cuerpo, me sentía sucia, lastimada y culpable de todo lo que había ocurrido en aquella habitación.Jamás imaginé que podía reaccionar de aquella manera. Me odiaba, era evidente que me odiaba.En ese instante de dolor, pienso en que lo mejor es que rompa con el contrato. No puedo casarme con aquel ser perverso y cruel. Me levanto del piso, tomo mi móvil para llamar al Sr Enzo y pedirle, suplicarle que me dé la oportunidad de pagarle aquel dinero sin tener que seguir al lado de un ser aborrecible como Emilio Ferrer.Intento comunicarme con él, pero no atiende. Verifico la hora, es algo temprano
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