SofíaEl día me ha resultado eterno trabajando bajo las órdenes de Jackson. Sus peticiones son tan ridículas como innecesarias y ya me tiene harta con sus odiosas insinuaciones a cada rato.—Preciosa, ven aquí —me llama desde su oficina y, con todo el dolor de mi corazón, debo acudir a recibir sus siguientes instrucciones. Por suerte ya casi termina mi horario de trabajo y, si no hay más problemas, pronto podré llevar a casa a mi princesa.—¿Se le ofrece algo, señor?—Sí, se me ofrecen muchas cosas —dice de manera sugerente, barriéndome con la mirada—. Pero, por ahora necesito que lleves estos informes a Preston.«No, por favor, no estoy lista para volver a verlo este mismo día, o semana, o mes», pienso con horror.—Por supuesto, señor —espeto tomando el dichoso informe, pero el gracioso de mi jefe no lo suelta y me hace jalonearlo en repetidas ocasiones, provocando que mi mano se mueva de una manera que sugiere una obscenidad.Jackson suelta una risita ronca que me eriza la piel, y n
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