Paranoias o amenazas reales.
Ana no podía sacudirse la sensación de ser observada. Las llamadas anónimas habían comenzado semanas atrás, y aunque había intentado ignorarlas, su intuición le decía que algo estaba mal. Una tarde, mientras estaba en su oficina, se acercó Melany, su asistente.—Señora Bennet, los empleados están muy descontentos. Dicen que no aceptarán más aplazamientos en sus sueldos. Están realmente enojados —dijo Melany, con preocupación.Confundida, Ana decidió llamar a su contador y al gerente. Durante la reunión, descubrió que los fondos para la nómina habían sido vaciados hace unas horas.—¿Por qué nadie me informó de esto? —preguntó, sorprendida.—Parecía haber sido una decisión suya. Sinceramente, creí que, dada la situación en la que su ex dejó la empresa, estaba buscando una solución y no se, tal vez buscar duplicar el dinero . No pensé que fuera un problema grave —respondió Martin, el gerente.—Lo es, Martin. No tenía idea de que habían hecho un movimiento tan grande. ¿Quién pudo ser? —de
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