—Aleksi, hola —saludó Beth con tono nervioso, pero el lobo no contestó—. ¿Estás ahí?Aleksi tragó duro. El semáforo pasó a verde. El lobo avanzó en la camioneta y, tras aclararse la voz, habló:—Hola, Elizabeth, ¿sucede algo?—No, no, nada, todo está bien. —Se apresuró a responder—. Darragh nos ha contado muy rápidamente sobre lo que hablaron con William, me parece terrible.—Lo es, pero… encontraremos la forma de defendernos, no tienes que preocuparte.—Gracias —musitó ella—. O sea, igual debo entrenar un poco, creo, no sé, ¿debería?—Siempre es bueno saber pelear, pero puedo defenderte.Aleksi se mordió la punta de la lengua, ¿en serio dijo eso? Parecía un lobo faldero, ¡hasta se imaginó del tamaño de un perrito chihuahua corriendo alrededor de Beth!Beth demoró en responder. Aleksi quería pisar el acelerador y conducir hasta Groenlandia para escapar de la vergüenza, no podía saber que, al otro lado de la línea, Beth parecía más un tomate que un licántropo.—Oh, gracias, de nuevo, s
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