En aquel lugar no se veía ni una sola persona, nadie que le pudiera ayudar. Pero él quería vivir, quería volver a casa, hacer que su madre dejara de llorar y que sus amigos, su familia, los que lo conocían, dejaran de estar preocupados por él.Sin saber de dónde había sacado fuerzas pudo levantarse, cada vez que caminaba dejaba las manchas de sangre por la carretera, toda su ropa estaba empapada de sangre, ya no podía respirar, tosía sangre y para él todo su alrededor se movía, se parecía a las alucinaciones que tenía al estar drogado, esas que le gustaban, pero esta vez lo odiaba en gran manera, sabía que era la muerte abrazándolo, diciéndole “ven a mí, pequeño hijo” y lo odiaba, detestaba ver a la muerte burlarse en su cara.Destellos de su vida pasaron frente a él en cuestión de segundos, desde pequeño,
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