Santiago terminó de servir el desayuno en los platos, sus oídos escuchaban atentamente todo lo que la muchacha hablaba, le pasó dos platos a Alejandra para que los llevara al comedor.—Gabriel dice que no me engaña, que nunca sería capaz de hacer algo así… Pero una cosa es decirlo, otra muy diferente son sus acciones, me hace dudar mucho, ahora está haciendo ejercicio, nunca me contó algo respecto a eso, ¿puedes creerlo?, me está ocultando cosas. Yo ahora estoy gorda, ya no tengo el cuerpo de cuando tenía diecisiete, del que él se enamoró, ahora no faltan muchos años para que cumpla treinta y me he convertido en una escritora gorda que solo sabe tomar gaseosa con pizza frente a su computador y que a veces se le olvida bañarse —Alejandra se sentó en la mesa. Keidys se sentó frente a ella y Santiago al lado de la muchacha—. Lo má
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