Capítulo 18. La certera Bofetada.
Después de terminar la reunión con su padre, Max se subió al coche y se dirigió a la mansión, que estaba relativamente cerca. Mientras miraba por la ventana, contempló la imponente ciudad de Manhattan. A pesar de la dureza de la vida, veía a personas sonriendo y hablando animadamente entre ellas, incluso a aquellos que vendían en las calles, aparentemente sin un céntimo en los bolsillos.Una punzada de melancolía lo atravesó. Se preguntó cómo habría sido su vida si su madre hubiera estado viva, si ella lo hubiera criado y protegido de las garras de su padre mafioso. La idea de una infancia más feliz, llena de amor y cuidado, lo afligía.Sin saberlo, Maximiliano vivía engañado: su madre no había muerto, como le había hecho creer su padre, Francesco, toda la vida. Esa verdad, oculta en las sombras de su pasado, podría haber cambiado todo. Mientras el coche avanzaba, Max se perdió en sus pensamientos, deseando que las cosas hubieran sido diferentes.*****Minutos después, al llegar a la
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