Todos los capítulos de Un matrimonio por venganza con la heredera engañada: Capítulo 121 - Capítulo 130
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121- Corre y no te detengas
ValeriaLas imágenes en la televisión me tienen hipnotizada. Todos los canales están transmitiendo la misma noticia: Alessandro Rossi, el hombre que había fingido estar en una silla de ruedas durante cinco años, camina de nuevo. La revelación fue un shock, pero no tanto como la captura de Ramón Rossi, su propio tío, acusado de orquestar el accidente que mató al padre de Alessandro .Me siento inquieta, nerviosa. Desde que todo esto comenzó, no pudo ponerme en contacto con Alessandro. He llamado decenas de veces, pero mi teléfono sigue sin recibir respuesta. A mi lado, Rosa me observa con preocupación. Puedo sentir su mirada comprensiva, casi maternal.—Tienes que tranquilizarte, niña —me dice suavemente, colocando una mano firme sobre mi hombro—. Estresarte no le hará ningún bien al bebé.Me tomo el abdomen con ambas manos, como si pudiera proteger a mi bebé del caos que parece desbordarse a mi alrededor. Intento calmarme, respirar hondo, pero siento una opresión en el pecho que no s
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122- Dispuesto a cooperar
EmiliaTodo se desmorona ante mis ojos. El maldito Alessandro ha vuelto a caminar, ¡maldita sea! Y ahora, después de tantos años manteniendo todo bajo control, mi cómplice, Ramón, se ha dejado capturar como el idiota que es. Lo veo en las noticias, una y otra vez, repitiendo la misma imagen: Ramón siendo escoltado por la policía, esposado y con el rostro pálido, mientras la prensa se arremolina a su alrededor como una jauría hambrienta. Esto no puede estar pasando, no después de todo lo que he sacrificado para llegar aquí.Siento una presión en el pecho, como si no pudiera respirar. Clara está junto a mí, su rostro desencajado, con los ojos llenos de terror. Siempre ha sido débil, siempre ha necesitado que la guía, que le muestre el camino. Pero ahora, incluso yo siento cómo la desesperación me ahoga.— ¿Qué vamos a hacer, mamá? —susurra Clara, su voz temblorosa, casi un sollozo—. ¡Si Ramón habla, lo perderemos todo! ¡Nos delatará!Le lanzó una mirada furiosa. A veces, la estupidez d
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123- Nunca lo sabrás
AlessandroCinco horas, ese es el tiempo que ha pasado desde que Emilia se llevó a Valeria. Toda la ciudad está movilizándose en su búsqueda, están revisando cámaras, haciendo retenes, de todo. Pero nada ha resultado.El nudo en mi estómago parece crecer con cada segundo que pasa. Las palabras de Emilia resuenan en mi cabeza una y otra vez, como una m*****a pesadilla de la que no puedo despertar. Sé que ella tiene a Valeria, sé que está jugando conmigo, y la furia que arde en mi interior amenaza con desbordarse en cualquier momento. Cada fibra de mi ser grita por encontrar a mi esposa, por salvarla, pero cada pista que tenemos parece llevarnos a un callejón sin salida.Mi teléfono ha estado sonando sin parar, pero no me importa. Solo hay una persona que puede tener las respuestas que necesito, y esa persona está en una celda,seguro riéndose de mi desesperación.—¡Quiero hablar con él! —le exijo al detective, sin molestarse ni siquiera en bajar la voz. El hombre me observa con una me
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124. Vamos a hacer esa llamada
¡MINI MARATÓN! AQUÍ LES DEJO EL TERCERO DEL DÍA! ValeriaDespierto lentamente, mi cabeza tarde con un dolor sordo que se extiende hacia mi cuello. Me siento confusa y aturdida, como si estuviera emergiendo de un sueño febril. Cuando abro los ojos, me recibe la oscuridad. Parpadeo varias veces, tratando de enfocar, pero la luz que entra por una rendija en el techo es tenue, apenas suficiente para distinguir lo que me rodea.Mi respiración se acelera al darme cuenta de dónde estoy. Un sótano, frío y húmedo. Las paredes están sucias, cubiertas de moho, y el suelo es un amasijo de tierra y piedras que parecen clavarse en mi piel. Intento moverme, pero algo me detiene; mis muñecas están atadas con cadenas que resuenan en un eco metálico cuando tiro de ellas. Siento un nudo en el estómago, y no es solo por el hambre. Es miedo, miedo puro y crudo.Mi mente se acelera tratando de recordar. Lo último que veo es el rostro desencajado de Emilia y la oscuridad que me tragó después del golpe.
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125- Traerla de vuelta
AlessandroEstoy sentado en mi despacho, tamborileando los dedos contra el escritorio, con la mente al borde del colapso. Ha amanecido jorder, es la m*****a madrugada. Pasan ya casi 12 horas desde que Valeria desapareció y cada minuto sin saber de ella me está matando. Matteo tiene a todo su equipo analizando las cámaras de la ciudad, buscando el rastro del maldito coche que se llevó a Emilia de la mansión, pero el tiempo pasa y no hay noticias. Ni una sola pista. Y yo me siento impotente, atrapado en mi propia rabia y desesperación.El teléfono en mi mano no ha dejado de sonar; llamadas de los socios, del detective, pero ninguna de la única persona a la que quiero escuchar. Valeria. Mi pecho se siente como si fuera a explotar, y la presión en mi cabeza es constante, casi insoportable. La voz del detective resuena en mi cabeza: “Haremos lo posible, pero estas cosas llevan tiempo”. Tiempo que Valeria y mi bebé no tienen.Matteo me llamó más temprano para informarme que mi abuelo se h
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126- El tiempo se agota
ValeriaMi corazón late a un ritmo frenético, pese al tiempo pasado sigo sintiendo que la voz de Alessandro todavía resuena en mi mente. Su desesperación, el miedo que percibí, todo puedo sentirlo como un puñal en mi corazón, porque sé que él se debe estar culpando de todo. Emilia se llevó mi teléfono apenas terminó la llamada, con esa expresión de suficiencia que me pone enferma. Y es que, aunque la conversación con Alessandro me ha dado una chispa de esperanza, no me engaño: Emilia no me dejará ir tan fácilmente, no es una mujer que cumpla sus promesas sin obtener algo a cambio.Miro a mi alrededor. Sigo en el sótano, con la misma humedad y oscuridad que me rodea desde que me trajeron aquí. No se cuánto tiempo ha pasado, pero estoy segura de que al menos una noches ya ha pasado, o eso calculo por las escasas raciones de comida que me han dado.He tratado de mantener la calma, de no dejarme vencer por el miedo, pero cada minuto parece una eternidad, cada segundo es una cuenta atrás
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127- Tenemos la ubicación
AlessandroHan pasado casi treinta y seis horas desde que Valeria desapareció. Desde la última llamada de Emilia, cada minuto que pasa siento que estoy perdiendo la batalla contra el tiempo, se supone que hoy debo entregarle el dinero de la herencia, pero no puedo hacer eso sin tener un plan de rescate organizado, pues sé que ella no va a cumplir su parte.La desesperación es un animal que me mata las entrañas, pero debo mantenerme enfocado. No puedo permitirme fallar. No cuando ella y nuestro bebé dependen de mí.Matteo, el detective y yo nos reunimos en la sala de operaciones improvisada en la mansión. Las paredes están llenas de mapas, planos y esquemas del área en la que creemos que está la cabaña. Lucas está con nosotros, sentado en un rincón, más delgado y pálido que nunca. Su mirada está perdida, como si no estuviera realmente ahí. Sabe que todo esto es culpa de su padre y, a pesar de lo que hizo en el pasado, parece dispuesto a ayudar.—¿Estás seguro de que es la cabaña? —le
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128- ¡No puedes hacerle daño!
ValeriaEl segundo día de esta pesadilla empieza con un dolor agudo en mi vientre. Temo que todo pueda terminar antes de que alguien me rescate. Las paredes del sótano parecen cerrarse sobre mí, cada vez más estrechas. La humedad y el frío son abrumadores, y siento que apenas puedo respirar.Mi mano se desliza instintivamente hacia mi abdomen, donde yace la esperanza que me mantiene luchando. Mi bebé. Debe estar bien. Debemos salir de aquí, los dos. Cierro los ojos y trato de no pensar en lo peor, trato de no dejarme llevar por el pánico que amenaza con ahogarme. Por favor, Alessandro, llega pronto.Un ruido en las escaleras me saca de mis pensamientos. Me siento y miro hacia la puerta, esperando ver a Emilia con su sonrisa cruel, pero no es ella. Es Clara, y se la ve diferente hoy. Está nervioso, sus ojos no son los mismos de los primeros días. Hay algo en ellos... ¿Duda? ¿Arrepentimiento?— ¿Qué haces aquí? —le pregunto, con la voz apenas un susurro. Mi garganta está seca, y me esf
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129- Algo no está bien
Alessandro Vamos por Valeria. Finalmente voy a traerla de vuelta.El auto avanza rápido por el camino que lleva a la cabaña, sin sirenas, en completo silencio. El detective va delante, y mi auto, con Matteo y dos patrullas más, le sigue. Aunque trato de contenerme, no puedo evitar que mis piernas se tiemblen de impaciencia. Valeria está allí, en algún lugar dentro de esa cabaña m*****a, y la ansiedad me consume.Matteo me observa de reojo, con una preocupación evidente.—Tranquilo, Alessandro —me dice en voz baja—. Emilia no es estúpida, no va a hacerle daño hasta asegurarse de tener el dinero. Todo esto para ella es un juego.Asiento apenas, pero sus palabras no me sirven de nada. Emilia es un monstruo, y Valeria... No puedo evitar imaginarla herida, sufriendo, aterrada. Solo pienso en lo que podría estarle haciendo mientras nosotros nos acercamos, pero no lo suficientemente rápido.Llegamos finalmente a una zona despejada desde donde se ve la cabaña, y, apenas el auto se detiene,
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130- No voy a dejarte ir
ValeriaDespierto con un sobresalto, mi mente desorientada y mi cuerpo dolorido. Parpadeo, intentando enfocar, y lo primero que noto es la luz tenue de una lámpara que ilumina las paredes de un cuarto extraño. La cama en la que estoy es suave, casi reconfortante, pero al moverme, un dolor agudo recorre mi cabeza, y de inmediato siento que algo anda mal.Por un segundo, un escalofrío me recorre de pies a cabeza, y mi mente me lleva de vuelta a ese sótano oscuro, a los ojos llenos de odio de Emilia y al terror por mi bebé. Mi bebéUn estremecimiento me recorre y mis manos van a mi vientre, temerosa, y la pregunta me sale como un susurro tembloroso:—¿Mi bebé…? —misurra mi voz, quebrada por la ansiedad.Antes de que el pánico se apodere de mí, una mano cálida cubre la mía, antes de que esa voz profunda, cargada de preocupación, me atriga como un imán hacia él. Giro lentamente y ahí está Alessandro, sentado junto a mí, con una expresión de puro alivio y el rostro visiblemente agotado. S
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