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Todos los capítulos de CONTRATO con el temible CEO: Capítulo 31 - Capítulo 40
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¿Simpatía o lástima?
Claudia abrió la puerta de la habitación y se quedó paralizada durante dos segundos. Su madre estaba tirada en el suelo, cerca del asiento en el que se había sentado, inmóvil y tranquila.Claudia corrió hacia ella y la sacudió de manera un poco violenta, su corazón latía con extrema rapidez. Sintió un punzante dolor de cabeza en las sienes.¡Que no fuera lo que estaba pensando!—¡¡¡Doctor!!! ¡¡Doctor!! ¡¡Que alguien me ayude!! —gritó Claudia con todas sus fuerzas. Su madre no respondía, estaba inmóvil y un poco fría.—¿Se ha vuelto a desmayar por la tensión?, tiene las manos frías, ¿es tan grave?A Claudia le entró el pánico. Cuando estaba a punto de volver a gritar, dos médicos y una enfermera entraron corriendo en la sala casi al segundo. Ayudaron a la desconfiada Claudia a alejarse de su madre, una enfermera salió corriendo a por una camilla y volvió con otras dos enfermeras que le ayudaron a colocar a la señora en la camilla y se la llevaron.Claudia intentó correr tras ellos, per
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Mi única opción, ¡Un trato!
Al día siguiente...Cuando Claudia despertó, ya era de día, se encontró en una cama con un gotero a su lado, tardó en darse cuenta de dónde estaba y de lo que acababa de ocurrir.Empezó a llorar de nuevo.Esto significaba que no volvería a ver a su madre... ¡Nunca más!Era una realidad amarga de aceptar. Su corazón se desangraba de dolor hasta que no pudo llorar más. Se quedó tumbada con la mirada perdida en el espacio.Ahora habia muchas cosas que hacer, el entierro de su madre, la cirugia de su padre y obviamente el dinero para la cirugia, eso, no lo habia olvidado.Necesitaba actuar, y actuar realmente rápido si no quería perder a otro padre.Justo en ese momento, sonó el teléfono de su bolso que estaba en una mesita al lado de la cama. Frunció un poco el ceño y estiró la mano para cogerlo.—¡Claudia! Te he estado llamando desde ayer, no contestabas a mis llamadas, casi me asusto. ¿Qué ha pasado?, pero espera, tengo algo para ti. ¿Conoces a ese guapo CEO, Ricardo? ¿Adivina qué?, es
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¡Trato hecho!
—Espera...Claudia se quedó helada, se giró instintivamente para mirarle.—Siéntate —le dijo señalando el asiento del que ella se había levantado y Claudia se sentó con cuidado de no hacer ruido.—¿Has pensado siquiera en lo que acabas de sugerir? ¿No pensaste en otra posibilidad que no fuera venderte? —preguntó Ricardo muy disgustado. Pensando en ello, sabía que si la hubiera dejado marchar, podría ir a parar a otra persona, que no se lo pensaría dos veces antes de aceptar la oferta.Para los ricos, dos millones de dólares no era nada y él lo sabía. No podía soportar la idea de que ella tuviera relaciones sexuales con otro hombre.—Lo necesito urgentemente, y realmente pensé en millones de formas posibles, esta era mi última opción.Quiso decirle que su padre moriría si no conseguía el dinero pero las palabras que salieron de su boca fueron diferentes a sus pensamientos.—Sería mejor que me sacrificara, que dejar que..., no importa... no es tan importante.Concluyó apenada, Ricardo c
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Un jefe considerado.
—Eh —dijo Gabriel a través del teléfono, su voz era extremadamente tranquila y Sabrina pudo oír el fuerte sonido de la suave brisa.—¿Gabriel?, ¿por qué llamas tan tarde, son casi las doce —susurró Sabrina que acababa de despertarse por las incesantes llamadas de él, todavía media despierta.—Lo siento, pero ¿podrías salir un momento?—¡¿Qué?! ¿Cómo fuera de mi casa?, ¿qué haces fuera de mi casa a estas horas de la noche?Sabrina se levantó de la cama, su somnolencia desapareció en ese instante.Encendió la luz de su habitación y corrió hacia la ventana para asomarse al exterior.Había un Tesla aparcado frente a su puerta y vio a Gabriel apoyado en él, con el teléfono en la oreja.—Te echaba de menos, no podía dormir, así que he decidido pasarme por aquí —respondió Gabriel. levantó los ojos para mirar en dirección a la habitación iluminada.Divisó las facciones de Sabrina cerca del cristal de la ventana, se le dibujó una sonrisa en los labios y levantó la mano para saludarla.—¡¡¡Gabr
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¡Tanto qué contarte!
Tanto que contarte... —Cariño, ¿estás dormida?A Gabriel, que acababa de llegar a casa, le preocupaba que le hubiera malinterpretado, así que la llamó para aclarar las cosas.—No, todavía no, ¿qué ha pasado?, te has ido de repente —Sabrina que estaba a punto de dormir exclamó por el teléfono.—Lo siento, lo que pasa es que... Dulce, ni siquiera tengo una buena razón que darte, pero tú perdóname ¿esta bien? —explicó dándole vueltas a la cabeza, no sabía cómo decirle que fue el tacto de ella lo que le hizo salir corriendo.—Mm, no estoy molesta pero fue tan repentino y completamente extraño, incluso pensé que estabas fuera de tus cabales —dijo en voz baja mientras se acomodaba en su cama.—Jaja, no estoy fuera de mis cabales, olvidémoslo, ¿de acuerdo?—Mm, ¿ya has vuelto?—Sí, acabo de llegar a casa, ¿y tú?—Estoy a punto de dormir, gracias por el regalo —murmuró suavemente, sus ojos se cerraron somnolientos.Gabriel abrió de un empujón la puerta de su dormitorio y se acercó a la cama.
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Un veneno silencioso
Más tarde...—Así que eso es lo que has estado haciendo últimamente, hermano, ¡¡¡eres realmente malo!!!, y aquí estaba yo pensando que era el chico más malo de la Cuidad de Bogotá ¡sin saber que eres un asesino silencioso! Así que la todopoderosa Claudia estará viviendo contigo en la misma casa, bajo el mismo techo, ¡y estoy seguro de que se alojará en la habitación contigua a la tuya, si no en la misma!—Gabriel, esto es puramente trabajo, es un trato. No es que haya algo más de por medio —Ricardo respondió fingiendo seriedad.Su alegría no había conocido límites desde el día en que Claudia llegó. Ese día había salido temprano del trabajo y había decidido llamar a Gabriel para tomar algo.—Jaja, ¿en serio? Vaya, es la broma más divertida que he oído en el planeta Tierra. Es un contrato de negocios, pero la has convertido en tu criada personal, ni siquiera en cocinera o limpiadora. Incluso podría fregar los platos si eres tan generoso, pero no, una criada personal, para que te vista l
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¡Tú no eres mi hija!
Unos días después...Claudia se paseaba por el pasillo, los latidos de su corazón aumentaban por segundos. ¿Ya habían pasado tres horas y aún no habían salido? Sabrina estaba apoyada en la pared, ambas llevaban la preocupación escrita en la cara.Los médicos entraban y salían del quirófano, pero nadie les hablaba. Estaban muy preocupadas. Al cabo de una hora, una doctora se acercó a ellas. Claudia corrió y le cogió las manos.—¿Cómo ha ido la operación? ¿Está bien? ¿Se despertará?La doctora sonrió y le dio unas palmaditas en los hombros.—Señorita Claudia, la operación ha ido bien, pronto será trasladado a la unidad de cuidados de urgencia para una supervisión adecuada, pero si no me equivoco, debería despertarse en los próximos tres días. Es un hombre muy fuerte.Cuando Claudia oyó lo que decía, no supo cuando la abrazó feliz. Sabrina, que estaba a su lado, gritó emocionada, estaban muy contentas. Claudia se sintió aliviada, por fin todo había acabado bien. Soltó a la doctora y le d
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¡En busca de respuestas!
Cuando los padres de Claudia se casaron, tardaron siete años en concebir un hijo. En aquella época, el señor Alberto la quería tanto que no le preocupaba su incapacidad para tener hijos.Cuando llegó Claudia, él se sintió feliz. Los dos eran felices. Las amaba con todo lo que tenía, pero el giro drástico comenzó cuando Claudia cayó enferma y necesitó una transfusión de sangre.La madre de Claudia hizo hasta lo imposible para impedir que él la donara, pero fue en vano. Cuanto más intentaba impedírselo, más deseaba él saber qué ocultaba. Nunca pensó que cuando saliera la prueba, ni siquiera sería pariente de su queridísima hija.Aquel día, para salvarle la vida, tuvieron que conseguir sangre de los bancos del hospital. Su padre no quería creer la verdad, rechazaba las respuestas que le daba su cerebro.Una hija a la que había amado durante años. Ni siquiera quería saber la verdad, se negaba a hacer preguntas. Pero aquella fatídica noche, volvió borracho y arremetió contra su madre.Exig
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Una dolorosa verdad.
Claudia, todo es culpa mía. No odies a tu papá y no lo culpes, yo lo traicioné y te tuve con otro hombre. Él no es tu padre biológico.En ese momento, Claudia se derrumbó en el suelo. Las manos que sostenían la carta le temblaban mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. La vista se le nubló y no pudo seguir leyendo la carta.«¿Por qué mi vida es tan triste? No tengo yo derecho a sonreír un poco, aunque sea por unas horas. ¿No puedo creer que el hombre con el que he vivido toda mi vida no es mi padre? ¡Mi existencia es una mentira! ¿Por qué mi madre me hizo esto? Entonces, ¿quién es mi padre biológico?». No podía contener las lágrimas, esto era gravemente insoportable. Mientras pensaba en ello, recogió la carta que había caído al suelo y continuó desde donde se había detenido.“Cometí un error que sé que es imposible de corregir. Sé que le fallé a tu padre pero como dije no me arrepiento de haberte tenido. En cuanto a tu padre biológico, murió dos años después de que nacieras, por
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El último adiós
El viernes...Claudia vio cómo enterraban a su madre. El sacerdote pronunció unas palabras que a ella ni siquiera le interesaron.A su padre le habían dado el alta dos días antes, cuando regresó a casa, ella se había asegurado de no encontrarse con él. Siempre estaba encerrada en su pequeña habitación. No iba a trabajar, pero por las tardes salía para reunirse con amigos.Se había preparado para el funeral de su mujer y se lo había contado a los vecinos y familiares. Así que el día del funeral había una pequeña multitud. Algunos lloraban, otros consolaban a los que lloraban. En general, todos estaban tristes. Claudia no lloraba, llevaba gafas de montura negra y agachaba la cabeza.Aunque la gente venía a su alrededor para decirle palabras de aliento, ella ni siquiera los miraba, al tiempo dejaron de venir. Después de enterrar a su madre, su padre entretuvo a los invitados. Se compadecieron de él antes de marcharse a sus distintos hogares.A las cuatro de la tarde, la multitud ya se ha
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