LENI—¡No! ¡No! ¡Por favor, no! —Ardian gritó, mientras sus pies corrían hacia el oscuro interior del Castillo. La imagen de Ardian sosteniendo a su hermana Leysa, yaciendo sin vida en sus brazos, se grabó en mi mente como una herida que nunca sanaría. La desesperación en su rostro era un reflejo de mi propio dolor. Su expresión era de impotencia.—No puedo hacer nada —La voz de mi madre resonó en el aire, fría y firme—. Está muerta.Ardian apretó los dientes, su mirada se tornó oscura, y la rabia comenzó a brotar de su interior. Era un hombre fuerte, pero en ese momento, se sentía quebrado, como vidrio expuesto a una tormenta. La desesperación se apoderó de él, y su grito desgarrador atravesó el silencio del castillo, resonando en las piedras como un eco de su sufrimiento.—¡Reinhold es el responsable! —gritó, su voz temblando entre la ira y el dolor—. ¡Él te hizo esto! Descarga tu rabia con él, no conmigo. Mi corazón se detuvo por un instante. El nombre de Reinhold era como un ven
Leer más