Ella pasó frente a mí, tarareando una canción, mientras mis ojos no podían apartarse de sus largas piernas, que se destacaban aún más con esos tenis fucsias que llamaban la atención. La falda corta que llevaba cubría lo necesario, y su camiseta con un estampado de gatos parecía estar hecha a medida para resaltar sus encantos. Me sorprendió cuánto había cambiado, y no para mejor, sino de una manera que me resultaba irresistible.¡Maldita sea!Necesitaba llegar a la reunión antes de que hiciera alguna locura con ella justo en las escaleras.Sin previo aviso, la cargué en brazos, y ella se sorprendió visiblemente.—¿Qué sucede? ¡Bájame! —exclamó, temblando por sorpresa y la irritación.—Si seguimos a tu ritmo, jamás llegaré a mi reunión. La próxima vez tomaremos el ascensor, te guste o no —dije con voz autoritaria, y noté cómo tragó saliva, claramente afectada por la intensidad de mi tono.Podía oler el deseo que emanaba de ella. Su excitación era fuerte, y no podía ignorar el hecho de q
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